El mercado laboral español se encuentra en un momento óptimo de crecimiento y, aunque la creación de empleo prevista es lenta pero sostenida, éste es insuficiente para reducir la tasa de desempleo, pues no le basta con una recuperación de la economía y demanda una reforma en profundidad de las políticas activas de empleo. De hecho, con las previsiones actuales, la tasa de paro española no descendería del 17% hasta el año 2023. Los buenos datos son sólo el comienzo: hay una labor ingente por hacer si queremos alcanzar y, sobre todo, mantener, tasas de actividad y empleo propias de una economía avanzada.
Las políticas activas de empleo, como conjunto de acciones y medidas de orientación, empleo y formación dirigidas a mejorar las posibilidades de acceso al empleo de las personas desempleadas, al mantenimiento del empleo y a la promoción profesional de las personas ocupadas, necesita un impulso urgente y extraordinario. Éste pasa por dotar recursos para la colocación, la orientación y formación para el empleo de los trabajadores desempleados y también para mejorar las perspectivas de los trabajadores ocupados. Esta labor precisa, por un lado, una mayor coordinación entre el Servicio Público de Empleo Estatal y los de las Comunidades Autónomas y una implicación entre todos los agentes con capacidad de actuar eficazmente en la colocación y la mejora de la empleabilidad.
Ampliar la colaboración público-privada en materia de empleo es necesario para que los trabajadores y las empresas se beneficien de los recursos técnicos, las ofertas de trabajo y los profesionales expertos que disponen las Agencias de Empleo y ETTs.
Aunque valoramos positivamente la nueva orientación, debemos remarcar, de igual forma, que
sería interesante empezar a aplicar lo antes posible la reforma del modelo de políticas activas de empleo, así como el nuevo papel de los Servicios Públicos de Empleo.
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