La tasa de participación en el mercado laboral de las mujeres inmigrantes europeas está fuertemente determinada por las normas de género y otros valores tradicionales que llevan consigo desde sus países de origen, cuyo impacto es tal que duplica el efecto de la educación, según una investigación de la Universidad Carlos III de Madrid (UC3M), en el marco de sus Cátedras de Excelencia, que cuentan para sus proyectos con el apoyo de Banco Santander a través de Santander Universidades.
Javier Polavieja, profesor de Sociología del departamento de Ciencias Sociales que ocupa una Cátedra de Excelencia UC3M-Santander, ha investigado cómo las europeas que emigran a otros países del mismo continente arrastran las normas culturales de sus lugares de origen, y que tienen una importancia decisiva a la hora determinar su comportamiento laboral.
Para llegar a esta conclusión, el investigador ha comparado las actitudes de más de tres mil mujeres inmigrantes procedentes de una veintena de países europeos con las de más de cuarenta mil compatriotas no emigrantes de rasgos similares. El estudio demuestra que las mujeres inmigrantes del mismo origen tienden a compartir valores similares de tradicionalismo y religiosidad con independencia de su país de destino. Utilizando esta propensión observada como predictor del comportamiento laboral de las mujeres, Polavieja encuentra que el impacto negativo de los valores tradicionales sobre la participación laboral femenina resulta ser mucho mayor de lo que se pensaba: su efecto absoluto sobre la probabilidad de participar en el mercado de trabajo dobla el efecto de la educación.
Las inmigrantes españolas, entre las menos tradicionales de Europa
Según el estudio, las mujeres procedentes de Turquía, Portugal, Polonia e Irlanda son las más tradicionales de todas las inmigrantes europeas, mientras que las suecas, noruegas, finlandesas y españolas, las menos. El grado de tradicionalismo -que se define por la importancia que las mujeres otorgan a seguir las costumbres, normas y valores transmitidos por la religión y la familia- disminuye según aumenta el nivel educativo en todos los grupos estudiados. A él se asocian unas “fuertes normas de género en la esfera pública y privada”, explica Polavieja.
La tasa de participación laboral de las inmigrantes españolas (77%) está entre las más altas de las inmigrantes intra-europeas, por encima de las inmigrantes de otros países del sur del continente, como Italia (60%) o Grecia (53%). Esta cifra solo es superada por las mujeres de Suecia (84%), Noruega (82%) y Finlandia (80%) y resulta muy superior a la de las francesas (62%), alemanas (61%) o británicas e irlandesas (ambas con un 59%). Las inmigrantes turcas muestran las tasas de participación laboral más bajas (43%) de los 23 grupos estudiados.
Las posibles aplicaciones de la metodología de esta investigación trascienden la relación entre tradicionalismo y mercado laboral. Polavieja asegura que el método desarrollado puede servir para estudiar cualquier impacto cultural en el comportamiento humano, siempre que sea medible a partir de encuestas. La investigación forma parte del proyecto Competición, Adaptación y Logro en el Mercado Laboral de los Inmigrantes Internacionales en Europa (CALMA, por sus siglas en inglés) enmarcado en el sexto programa nacional del Plan de Investigaciones Científicas del Ministerio de Economía y Competitividad.
Un método innovador para estudiar el impacto de la cultura
Con esta investigación, que ha publicado la revista American Sociological Review, Polavieja ofrece una nueva vía para responder a una de las grandes preguntas de las ciencias sociales y económicas: ¿cómo influye la cultura sobre el comportamiento de las personas? Polavieja explica que esta cuestión aparentemente sencilla plantea un importante reto metodológico: “el problema es que los valores, los gustos y las preferencias de los individuos (su cultura) vienen determinados por el contexto social en el que están inmersos, el cual a su vez influye también sobre sus oportunidades y comportamientos. Esto hace que sea enormemente difícil separar el papel de los valores, gustos y preferencias culturales del entorno social a la hora de explicar el comportamiento humano”.
Su investigación utiliza el fenómeno migratorio para separar con un innovador método estadístico el efecto de la cultura y el efecto del entorno social. Emplea datos de la Encuesta Social Europea (http://www.europeansocialsurvey.org/), con la que mide el grado de tradicionalismo y religiosidad de más de tres mil mujeres inmigrantes de 23 países europeos, incluidos Turquía y Ucrania, y residentes en otros 25 países de Europa. Sus actitudes y valores se han comparado con los de más de 40.000 mujeres europeas no emigrantes entrevistadas en los países de origen.
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