Cuando hablamos de liderazgo somos conscientes de que no existen ni fórmulas mágicas ni recetas secretas que diferencien una buena y una mala forma de liderar. Lo que sí podemos afirmar es que, en muchas ocasiones, la clave reside en el sentido común. Es tan fácil -o tan difícil, según el contexto y la persona- que basta con tirar de coherencia y normalidad para que la gestión de personas sea óptima y permita a los líderes potenciar el talento de sus equipos, así como otros aspectos como la comunicación, la motivación, el bienestar…
Además, si a esta ‘coctelera’ le añadimos el ingrediente del liderazgo a través del ejemplo, nos quedamos muy cerca de obtener esa receta secreta o esa fórmula mágica de la que hablamos.
En Bros Group somos conscientes y testigos, tanto activos como pasivos, de situaciones en las que los líderes encuentran el éxito a través del sentido común y el ejemplo y otras en las que, por contra, la ausencia de esos dos elementos aboca su liderazgo al fracaso. Por ello, lanzamos con este artículo inauguramos el serial ‘Liderando con el ejemplo y con sentido común’, con el objetivo de poner de relevancia como la utilización de esos dos aspectos puede diferenciar el éxito y el fracaso a la hora de dirigir equipos y compartir tanto prácticas positivas como a acciones a evitar con la intención de elevar el liderazgo a otro nivel.
La falta de atención en las reuniones
Arrancamos este serial hablando de aquellos y aquellas líderes que asisten a las reuniones, ya sea de forma presencial o virtual, pero lo hacen mostrando una falta de atención absoluta. Líderes que están mirando su móvil personal mientras el resto de profesionales reunidos hablan, líderes que no prestan atención a lo que se está comentando, líderes que están presentes ‘en cuerpo’ pero no ‘en mente’…
Este hecho, en la mayoría de las ocasiones, refleja lo que llamamos como ‘privilegio jerárquico’. Es decir, son acciones que suelen ser realizadas por parte del profesional con mayor rango jerárquico en la reunión.
Con este tipo de prácticas, el mensaje que ese líder ‘ausente’ está lanzando tanto a su equipo como hacia los posibles interlocutores externos es que nada de lo que se aporte o proponga en la reunión es relevante ni merece su atención. Que son temas menores que pueden ser tratados por personas con menor rango jerárquico. De ahí que hablemos de ese ‘privilegio jerárquico’.
Y lo peor de todo es que refleja una falta absoluta de respeto hacia el resto de participantes, tanto a nivel profesional y personal.
Las consecuencias: económicas, productivas, reputacionales… ¡y a nivel de gestión de talento!
Si aludimos a las consecuencias que tienen este tipo de actos, a nivel empresarial podemos hablar de un impacto negativo en las relaciones con clientes, partners o proveedores; de dificultades a la hora de crear y fomentar relaciones sostenibles y saludables a nivel empresarial; de un grave perjuicio a la marca corporativa y una repercusión negativa a nivel comercial…
Y, además, en términos de gestión de talento, provocará un fenómeno de ‘distancia emocional’ entre el líder y su equipo. Los profesionales percibirán ese desinterés como un mensaje desmotivador, estresante y, en ocasiones, incluso humillante, que genera dificultades a la hora de innovar, de cooperar, de solucionar problemas… e incluso genera problemas de bienestar en los equipos. Todo ello desemboca en un entorno de trabajo negativo, con un alto nivel de toxicidad y con grandes dificultades para atraer y fidelizar talento y para generar compromiso a nivel laboral.
En definitiva, liderar con sentido común no requiere fórmulas complejas ni técnicas sofisticadas, sino pequeñas acciones que demuestren respeto y coherencia. Aplicar el sentido común y liderar con el ejemplo comienza con algo tan básico como la atención plena: estar al 100%, escuchar y dar el valor que merece cada reunión y a cada profesional. Porque, al final, los líderes que verdaderamente inspiran son aquellos que predican con sus actos, no solo con palabras.