La polémica sobre la pertinencia de los elevadísimos sueldos de los patrones de las grandes compañías galas cotizadas y de su retahíla de blindajes lleva servida en Francia largo tiempo. Y ahora, en plena pugna por la presidencia del país, el asunto vuelve a primer plano de la mano de los candidatos Nicolas Sarkozy y Sególène Royal.
El punto álgido del creciente foso entre la gestión de los dirigentes de empresa y su correspondiente remuneración llegó en 2003 con Jean-Marie Messier, ex directivo de Vivendi, y su pretensión de embolsarse 20 millones de euros de indemnizaciones tras su marcha. 'Vivendi va mejor que bien', decía Messier cuatro meses antes del batacazo de la compañía en 2002 por su gestión fraudulenta.
Aquel episodio sirvió a la Asamblea Nacional -el Parlamento galo- para lanzarse a una batalla en favor de enmarcar legalmente las stocks options, los paracaídas de oro, las compensaciones por cláusulas de incompatibilidad y demás protecciones millonarias a la dirección ejecutiva. Tras meses de gesticulación parlamentaria y de su correspondiente polémica, la iniciativa pasó a mejor vida.
Cuatro años después, en plena segunda vuelta de las elecciones presidenciales, regresa la revancha legal, esta vez desde las más altas esferas políticas, nada menos que de la voluntad de los dos candidatos a la jefatura del Estado.
El detonante han sido los 8,5 millones de euros de indemnizaciones otorgados por el consorcio aeronáutico EADS a su antiguo primer ejecutivo, Noël Forgeard. La publicación de tales cifras -desde ahora obligatoria por ley- ha sembrado la cólera entre los empleados de Airbus, principal filial de EADS sometida a un plan de reestructuración que suprimirá 10.000 puestos de trabajo, y ha sido el detonante de una oportuna indignación política de cara a la conquista de los electores.
Forgeard, sobre quien además pesa una investigación del regulador galo sobre un presunto delito de información privilegiada, se embolsó 2,5 millones de euros unas semanas antes de que los títulos del grupo se estrellaran en Bolsa por los retrasos del A-380.
El calendario empresarial ha querido que otro escándalo haya salido a la luz al mismo tiempo. Serge Tchuruk, ex patrón de Alcatel y artífice de la fusión con Lucent en 2006, no sólo ha recibido 1,4 millones de euros de salario fijo, sino además 1,1 millones de parte variable y una indemnización por despido de 5,7 millones de euros. Cifras que sonrojan al sector, después del anuncio de la supresión de 12.500 empleos del nuevo grupo, 1.468 de ellos en Francia.
Candidato conservador
El candidato conservador Nicolas Sarkozy, que parte favorito en los asfixiantes sondeos, activó de nuevo la semana pasada la máquina de la empatía con su electorado en una intervención televisiva. Sarkozy volvió a tachar de 'escandalosas' las indemnizaciones de Forgeard e insistió sobre su voluntad de 'moralizar el capitalismo'.
Su primera medida será la propuesta de una ley para prohibir las indemnizaciones negociadas (paracaídas de oro). Mientras, Ségolène Royal volvió a pedir a Forgeard que devuelva los 8,5 millones de euros. En su discurso de candidata a la segunda vuelta, Royal pidió una sociedad 'basada en los valores humanos y no sólo en valores bursátiles'.
La patronal se sonroja
La poderosa patronal francesa Medef se ha mostrado en contra de crear una ley que regule los salarios o las indemnizaciones de la cúpula directiva de las grandes empresas cotizadas. En última instancia, el consejo de administración o la junta de general de accionistas son los órganos competentes y más indicados para decidir estas cuestiones, estima el organismo. No obstante su presidenta, Laurence Parisot, declaró su 'estupor' cuando fue informada de a cuánto ascendían las indemnizaciones de Noël Forgeard. 'Si somos el único país que instaura una ley, las sedes de las empresas se irán y los mejores talentos no se quedarán en Francia', señaló. En lugar de una ley, la patronal insta a las empresas a cumplir sus directrices. Entre ellas figura que los comités de remuneración no incluyan ningún dirigente y estén compuestos en su mayoría por administradores independientes. 'Algo que no se da en EADS', según Parisot.
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