Pese a que en los últimos años han decaído las otrora archifamosas y polémicas «stock options» (opciones de compra de acciones) como instrumento que suelen utilizar, sobre todo, las grandes empresas que cotizan en Bolsa para motivar a sus trabajadores, en la actualidad aún siguen siendo muy habituales. Santander, BBVA, Telefónica, Ferrovial o ACS, son algunas de las compañías españolas del Ibex-35 que tienen aún incentivos ligados a la cotización.
Esta modalidad de retribución a empleados proviene de Estados Unidos. En líneas generales, consiste en posibilitar la incorporación como accionista -con unas condiciones especiales-, a los directores, gerentes o empleados con el objetivo fundamental de que el beneficiario permanezca en la compañía un largo plazo y a su vez agregue valor a la empresa.
En España, este tipo de remuneración, que goza de una positiva fiscalidad, ha vuelto a la actualidad en los últimos días por la publicación en prensa de las plusvalías obtenidas por 39 directivos de ACS, entre ellos su presidente, Florentino Pérez, que han ejecutado sus planes de opciones sobre acciones de 2004 y 2005. En conjunto les ha generado unas plusvalías de 430 millones de euros, 100 millones para el propio Florentino Pérez.
Este tipo de remuneración consiste básicamente en ofrecer a los empleados un número limitado de acciones a un precio fijo, que permanece constante durante un tiempo que oscila entre tres y cinco años. Una vez finalizado este periodo el titular tiene derecho a comprar el número de acciones que concretó en su día al precio fijado de antemano.
Al cabo de ese tiempo, en el caso de que el valor haya subido en Bolsa, el empleado adquirirá las acciones al precio inicial y posteriormente las venderá en el mercado por un importe superior, obteniendo ganancias. Por el contrario, si el valor después del tiempo marcado es inferior al fijo concertado anteriormente, el empleado no ejercerá su derecho a comprar, ya que perdería dinero.
Entre las ventajas para la empresa está el hecho de que fomenta la productividad y una gestión eficiente, al tiempo que evita la toma de decisiones por parte de los directivos basadas en expectativas a corto plazo y garantiza la coincidencia de intereses entre gestores y accionistas.
No obstante, también hay críticas, ya que, según los expertos, aumenta las desigualdades salariales, puesto que normalmente los «simples» empleados sólo pueden adquirir cientos de «stock options» mientras que los directivos, cientos de miles.
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