El presidente de Nissan, Carlos Ghosn, aguantó ayer las críticas de los accionistas y descartó dimitir a pesar de los resultados negativos que la empresa registró en el ejercicio fiscal 2006-2007, que finalizó el pasado 31 de marzo.
Por primera vez desde su llegada a la multinacional japonesa hace siete años, Ghosn no logró cumplir sus objetivos y el fabricante de vehículos experimentó una caída del 11,1% en su beneficio neto. A la vez, las acciones de la firma perdieron alrededor del 6% desde enero pasado.
Aunque rechazó dejar el cargo de presidente, Ghosn anunció que los directivos de la empresa dejarán de percibir pagas extraordinarias este año como represalia por los malos resultados obtenidos en el último ejercicio fiscal.
En la junta general de accionistas celebrada ayer, el máximo ejecutivo de Nissan reconoció: "Debemos aceptar nuestro fracaso, analizarlo y reaccionar". Agregó que, a pesar de las dificultades, la empresa está invirtiendo en el futuro, a través de la apertura de fábricas en mercados emergentes, el lanzamiento de nuevos modelos, el desarrollo de tecnologías ecológicas y el refuerzo de su imagen de marca.
Uno de los objetivos será el mercado indio. En ese país la compañía trabajará en el desarrollo de un coche "súperbarato", con un precio de venta al público de unos 3.000 euros, anunció Ghosn. En todo caso, la fecha de comercialización del nuevo vehículo no está todavía decidida.
Nissan perdió en el último ejercicio el segundo puesto como fabricante automovilístico japonés frente a Honda. Por su parte, su principal competidor, Toyota, accedió al primer puesto en el mercado japonés, a la vez que se convirtió en el líder mundial por delante de General Motors.
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