El hiperactivo Nicolas Sarkozy quiere un capitalismo con rostro humano, que respete a los trabajadores y empleados y, también, a los accionistas. Y para ello el presidente de Francia acaba de impulsar una medida muy popular que pone contra las cuerdas a esa casta de directivos privilegiados, con sueldos de más de siete cifras e indemnizaciones astronómicas por cancelación del contrato profesional. La Asamblea Nacional de Francia dio ayer luz verde a una enmienda que establece que las empresas tendrán que pagar al fisco por las indemnizaciones millonarias a sus ejecutivos.
Al presidente Sarkozy no le gustan los «paracaídas dorados», nombre que reciben las compensaciones que negocian los altos ejecutivos de las grandes empresas para cuando abandonan su cargo, especialmente cuando se ven obligados a salir a causa de los malos resultados de la compañía.
El escándalo de Noel Forgeard fue el origen de la reacción de Sarkozy. Forgeard abandonó la presidencia del consorcio aeroespacial europeo EADS, la casa madre de Airbus, tras la crisis desatada por los retrasos en las entregas del avión gigante A-380, que dejó pérdidas millonarias y llevó al despido a unos 10.000 empleados. El directivo galo se embolsó 8,5 millones de euros pese a sus desastrosos resultados.
Noel Forgeard se ha convertido en el ejemplo paradigmático del tipo de capitalismo que Sarkozy quiere combatir. Y la cámara de diputados gala aprobó un proyecto prioritario en la agenda de «Sarko». El presidente francés defiende que los grandes ejecutivos ganen mucho dinero, pero sólo si consiguen resultados económicos y sociales que lo justifiquen. Y si hay pérdidas cuantiosas que perjudiquen a los accionistas (muchos de ellos pequeños ahorradores) y a los trabajadores, los directivos no deben disfrutar de «paracaídas dorados» en su caída.
El ministro de Economía, Finanzas y Empleo, Jean-Louis Borloo, explicó la filosofía que inspira el dispositivo legal contra los altos directivos: «Se trata de poner fin a prácticas que son legítimamente percibidas como enriquecimiento sin justificación, en casos en los que incluso las empresas están teniendo pérdidas».
El paquete fiscal elaborado por el equipo de Sarkozy establece que las empresas están obligadas «a subordinar el pago de remuneraciones diferidas a ciertas condiciones relacionadas con los resultados conseguidos, fijados previamente y valorados por el consejo de administración en el momento del pago».
En cuanto a las opciones sobre acciones, con las que se pretende incentivar a los ejecutivos de las grandes empresas, se prohibirá la posibilidad de conceder exoneraciones fiscales y se establecerá la consulta sistemática al comité de empresa. Sarkozy es partidario de generalizar esta figura para el conjunto de los trabajadores, de modo que todos se beneficien del aumento del valor en Bolsa.
La nueva norma establece que las «indemnizaciones de salida y despido están excluidas» de exenciones para el impuesto de sociedades «cuando su monto supere el millón de euros».
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