Las estadísticas lo confirman: apenas el 11% de los puestos jerárquicos lo ocupan mujeres. El imaginario social está repleto de imágenes y estereotipos machistas que no enaltecen el perfil de la mujer en el mundo del trabajo. Muchos conceden que ellas tienen mayor flexibilidad y capacidad de hacer varias cosas al mismo tiempo, pero enseguida se las acusa de chismosas y conflictivas, o se las reconoce incapaces de sostener una entrega similar a la del varón por el peso del hogar que sigue sobre sus hombros. Sin embargo, una encuesta arroja que la “biografía” que las argentinas vienen escribiendo desde hace años en el ámbito laboral empieza a instalarlas en lugares de más reconocimiento: cuatro de cada diez empleados dice que preferiría tener una mujer como jefe.
Es lo que alumbra un relevamiento de la empresa Bumeran, que recogió la opinión de 2.300 postulantes a empleo y 300 directivos de empresas locales. El objetivo era averiguar los atributos que debe tener un buen jefe. En el camino, encontraron que, de poder elegir, el 40% optaría por una mujer. Y casi dos tercios escogería a un jefe entre 10 y 20 años mayor: apenas el 2% optó por un jefe menor que él.
“Lo que más llamó la atención fue la coincidencia entre postulantes y empresas. Pensábamos que sus expectativas y opiniones eran diferentes. Vemos que, desde ambos lados, se están valorando y demandando las mismas cosas", dice Pablo Molouny, gerente de Bumeran.
El porcentaje que preferiría una jefa es “culturalmente inédito” y, sobre todo, es un deseo que se afirma a contramano de la realidad actual: según un reciente estudio de la Fundación de Investigaciones Económicas Latinoamericanas (FIEL), apenas el 11% de los puestos jerárquicos están en manos femeninas y en el 60% de las empresas grandes y medianas no hay ninguna mujer en los cargos que suponen niveles importantes de decisión. En el Estado las cosas son parecidas: si bien las mujeres representan el 48% de la planta contratada, sólo el 11% accede a los cargos más jerarquizados de los ministerios.
“Es cierto que las mujeres van tomando protagonismo en diferentes esferas, pero la igualdad de oportunidades concretas a la hora de acceder a puestos directivos es más discursiva que real -dice el sociólogo Agustín Salvia, de la Universidad Católica Argentina-. El derecho puede ser igualitario, pero las condiciones sociales y culturales concretas impiden un trayecto equitativo. Los varones siguen predominando a pesar de que los niveles educativos de ambos sexos se hayan equiparado. Basta con analizar las diferencias en las remuneraciones para advertirlo".
También un nuevo estudio del Centro de Estudios de la Nueva Economía de la Universidad de Belgrano confirmó la discriminación laboral que padecen las mujeres. Sus conclusiones arrojan que no sólo acceden menos a puestos de jerarquía sino que, cuando llegan, tienen a cargo un menor número de personas.
Las razones por las cuales los empleados preferirían una jefa son diversas: porque “son más organizadas", porque “son más sensibles a las situaciones personales", porque “tienen mejor trato", porque aceptan “horarios más flexibles", por “buenas experiencias anteriores", según surge de distintas investigaciones.
Otros datos del relevamiento de Bumeran señalan que el atributo más valorado de un jefe es, por lejos, que tenga capacidad de “despertar entusiasmo". Y también tiene buena prensa que “sepa liderar” y “enseñar” a quienes están bajo su dirección. Sólo el 6% valoró al que “delega” y el 7%, al que “escucha". Tampoco tuvo mucho quórum el hecho de que el jefe “inspire confianza": apenas el 13% lo consideró algo importante.
“Tanto los postulantes como las empresas coincidieron en que el entusiasmo es fundamental para conducir un equipo de trabajo. Está demostrado que en un buen clima y con incentivos los empleados obtienen mejores resultado en sus tareas", subraya Molouny. Otra coincidencia que llamó la atención es que tanto las empresas como los postulantes consideran que un jefe diez años mayor es mejor.
Otra pregunta buscó averiguar qué es lo que más molesta de un jefe. Más de seis de cada diez dijeron “que no valore tu trabajo". Muy lejos, el 15% cuestionó que “levante la voz", y el mismo porcentaje eligió “que no te escuche". “Si no hay reconocimiento al esfuerzo y la trabajo, se pierde todo. No hay modo: el empleado se pincha", asegura Molouny.
Datos interesantes surgieron también cuando se consultó a los entrevistados “qué tan cerca de su jefe le gusta trabajar". Más de un tercio preferiría que trabaje en otro piso. Sólo el 14% preferiría que el jefe tenga su escritorio “al lado". “Si sumamos a los que quisieran tener lejos al jefe, vemos que la mayoría siente que el control visual es contraproducente en la salud de las relaciones laborales", interpretan en Bumera
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