¿Percibes cierta monotonía en tu vida profesional? ¿Sientes que tus metas empresariales están cada vez más distantes e inalcanzables? ¿Crees que nunca lograrás ser una persona de éxito? Si estas declaraciones te resultan familiares, ya es hora de tomar cartas en el asunto.
Antes que nada, es importante aclarar que el éxito profesional no es un concepto incambiable y objetivo, puesto que evoluciona con el paso del tiempo y es sumamente subjetivo. El ¨éxito¨ incluso podrá tener distintos significados para una misma persona a lo largo de su vida y no existirá un único camino para adquirirlo. Por esto, aspirar al éxito según la necesidad, el bienestar emocional, la etapa de vida y el criterio de cada persona es una filosofía ideal para garantizar la autorrealización y la felicidad.
Entonces, ¿cómo podemos romper con la inercia y alcanzar el éxito profesional? La respuesta es sencilla: a través de la ¨autoinversión¨.
¿Qué es la autoinversión?
¿Cuál es la primera idea que surge cuando piensas en la palabra ¨inversión¨? Puede que estés visualizando una oficina alborotada y repleta de personas, las cuales fijan sus miradas en los grandes monitores que contienen una infinidad de números y porcentajes, a la vez que trasladan información importante a través de sus teléfonos y hacen cálculos numéricos en sus calculadoras. O tal vez te estés imaginando diversas operaciones monetarias, como bonos, fondos o certificados de inversión. Sin embargo, el enfoque de este artículo no es la inversión económica o la relacionada con la bolsa de valores. Por inversión, nos estamos refiriendo a cualquier actividad o situación que produce una mejora de una función determinada. En concreto, trataremos la autoinversión y cómo implementarla.
La autoinversión se refiere a cualquier actividad cuyo propósito sea el mejoramiento general de un individuo. Mejorar nuestro entendimiento del mundo nos permitirá establecer y mantener relaciones más saludables y exitosas con nuestros equipos. Adquirir nuevos conocimientos nos ayuda a estar más capacitados lo que ayuda a aumentar nuestra autoestima y satisfacción personal. Pero sobre todo, invertir en nosotros mismos nos permitirá vivir una vida plena y próspera, en la que podremos gozar de nosotros mismos.
Las personas nos construimos a partir de experiencias y formación, elegir las más adecuadas a nuestros intereses y propósito de vida nos acercarán a sentir una vida plena y experimentar el éxito personal.
¿Por qué puede ser difícil la autoinversión?
A pesar de que invertir en nosotros mismos puede producir una multitud de beneficios, a veces no es tan fácil poner estos hábitos en práctica. Esto puede deberse a diferentes razones:
- Falta de recursos. Invertir en nuestro mejoramiento personal suele conllevar tiempo, esfuerzo, constancia y, en muchas ocasiones, dinero. Es posible que no dispongamos de alguno de estos recursos o de todos ellos a la vez para llevar a cabo nuestros fines. Pero, sobre todo, el principal recurso es uno mismo, la actitud y voluntad de mejora permanente. Tal como hemos mencionado anteriormente, no hay una sola vía que conduzca al éxito por lo que no debemos permitir que esto nos detenga. Aquí entrará en juego la creatividad y la perseverancia de cada uno para alcanzar nuestros objetivos a pesar de los obstáculos que se puedan interponer en nuestro camino.
- Pensamientos negativos persistentes. Nos hacen dudar de nuestra capacidad y, por ende, de nuestro valor. Puede que tengamos ¨síndrome del impostor¨ y no seamos capaces de reconocer nuestro propio valor ya que la sensación predominante es la de sentirse como un fraude a pesar de estar totalmente capacitado para llevar a cabo una función. Este bucle psicológico puede que nos lleve a ¨sabotear¨ nuestras oportunidades o nuestros esfuerzos, resultando en una falsa reafirmación de nuestra supuesta incompetencia. Este fenómeno es conocido como la ¨profecía autocumplida¨ en el mundo de la psicología, ya que hacemos realidad una expectativa anticipada. La manera de combatir estos pensamientos es a través de una reestructuración cognitiva, es decir, identificando y sustituyendo los pensamientos irracionales por racionales.
- Procrastinación, el enemigo de la productividad. Según el psicólogo William Knaus, solemos postergar actividades o situaciones para evitar tensión y por inseguridad. Emprender una situación novedosa puede causar mucha tensión, por lo que es entendible que pospongamos su realización, más aún si nos sentimos incompetentes o inseguros. Sin embargo, si procrastinamos aquellas actividades que enriquecerán nuestra salud y bienestar emocional simplemente por estos motivos, no tendremos constancia y disciplina, y por ende, no seremos capaces de priorizar la autoinversión.
A continuación te facilitamos varias medidas que puedes poner en práctica para invertir en ti mismo:
- Practica la educación continua. La educación es el mejor recurso del cual disponemos las personas. Cuando adquieres nuevos conocimientos o nuevas habilidades, no solo aumenta tu capacidad cognitiva y, seguramente, tu poder adquisitivo, sino que puedes aplicar estas nuevas competencias para perfeccionar los procedimientos laborales, mejorar tu relación con los equipos de trabajo e incrementar tu rendimiento laboral. A través de una formación complementaria y continua, podrás explotar tus habilidades actuales y trabajar tus puntos débiles. ¿A qué esperas? Inscríbete en un curso, asiste a conferencias o simplemente mantente actualizado en tu área de especialidad a través de revistas, foros y chats.
- Invierte en experiencias, las maestras de la vida. Según el psicólogo Thomas Gilovich invertir en experiencias significativas nos garantiza un futuro feliz. Según los resultados de su estudio, la felicidad que extraemos de invertir en experiencias en vez de en objetos tangibles es más duradera en el tiempo. Además, las experiencias suelen tener un componente social, es decir, son compartidas con otros individuos, por lo que son adeuadas para desarrollar una socialización saludable con nuestro entorno. Te recomendamos viajar y sumergirte en una nueva cultura, aprender un nuevo idioma o planificar y disfrutar de una actividad laboral cuyo propósito sea la integración de los equipos.
- Buenos hábitos, buenas prácticas. Invertir en tu salud no es un gasto, sino la mejor manera de invertir en ti mismo. Necesitamos disponer de un bienestar emocional, psicológico y físico para ser personas funcionales, productivas y útiles. Por esto, es de vital importancia que lleves una dieta balanceada, mantengas una buena hidratación y practiques deporte constantemente. Pasa tiempo en la naturaleza y practica un pasatiempo. Mantén un hogar organizado y un espacio laboral productivo. Asiste a sesiones de terapia con un psicólogo si necesitas un acompañamiento o si deseas fortalecer tu salud mental. Otros hábitos que potencian un bienestar general son la meditación el mindfulness y la lectura diaria.
- Rodéate de compañeros de calidad. Tal como expresa la frase: “Dime con quién andas y te diré quién eres¨, tu sistema de apoyo tendrá una gran influencia sobre tu persona, y podrá alzarte o disminuirte como persona. Aquellos a tu alrededor deberán ser una fuente de inspiración y de motivación para ti, y por esto, rodearte de personas o de equipos que te aporten felicidad y sabiduría, que te permitan perfeccionar tus habilidades sociales y que te expongan a distintos puntos de vista será un aprendizaje incalculable que te servirá para el resto de tu vida.
Independientemente de las dificultades que se presenten en nuestro diario vivir o dentro del mercado laboral, invertir en nosotros mismos en una buena formación, experiencias positivas, buenos hábitos y una buena compañía siempre será una práctica gratificante y enriquecedora para la vida de cada persona.
Nuestra superación personal está a nuestro alcance, por lo que debemos utilizar todos los recursos a nuestra disposición, evitar los pensamientos negativos y olvidarnos de la procrastinación. Después de todo, la autoinversión es la apuesta más segura para garantizar el éxito profesional, por la simple y llana razón de que con ello siempre ganas.
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