El entorno empresarial actual exige nuevas formas de trabajar y liderar, y, especialmente en este momento, las empresas necesitan líderes que centren toda su atención en las personas, que sean empáticos y que apuesten por la comunicación, la colaboración y el trabajo en equipo. Estas habilidades han ido adquiriendo mayor importancia en los últimos años, pero la pandemia del COVID-19 (junto con la crisis económica y la incertidumbre que ha provocado en empresas de todo el mundo) no ha hecho más que poner de manifiesto su valor. Afortunadamente, existe un grupo de personas que cuenta con las cualidades necesarias para esto, que ya forma parte de las organizaciones y que no suele tenerse suficientemente en cuenta a la hora de pensar en liderazgo: las mujeres.
Una serie de estudios recientes confirman lo que mucha gente ya sabe: que las mujeres tienden a ser muy empáticas y poseen una inteligencia emocional muy desarrollada. Suelen ser mejores a la hora de practicar la escucha activa y piden ideas, colaboran, reconocen el mérito de los demás y cambian de rumbo cuando las circunstancias lo requieren. Se ha demostrado de forma reveladora que la inteligencia colectiva de los grupos pequeños aumenta cuando hay más mujeres en ellos. Además, las empresas con equipos directivos en los que existe paridad de género son más innovadoras que sus competidores y registran mejores resultados financieros.
Por supuesto, no estamos dando por sentado que todas las mujeres tienen el tipo de habilidades que acabamos de nombrar, al igual que tampoco analizaremos por qué son más propensas a tenerlas, pero para las empresas que buscan el tipo de talento directivo necesario para tener éxito en el entorno empresarial actual, la explicación subyacente es menos importante que la necesidad urgente de trabajar y liderar con unos nuevos principios y filosofía de trabajo. Las empresas pueden avanzar más y más rápido si se esfuerzan por captar, retener y alimentar sus reservas de talento femenino.
El modelo operativo de la mayoría de las empresas debe cambiar
El modelo operativo de la mayoría de las organizaciones está evolucionando debido a las disrupciones relacionadas con el talento y la tecnología. Para tener éxito en ese entorno, creemos que las organizaciones necesitarán dos conjuntos fundamentales de habilidades. El primero está compuesto por capacidades digitales; muchas organizaciones están contratando activamente desarrolladores de software, científicos y analistas de datos, diseñadores de experiencias de cliente y otros perfiles con conocimientos digitales avanzados.
El segundo conjunto de habilidades (sobre el que trata este artículo) es igual de importante: capacidades que el ser humano desarrolla en áreas como la comunicación, la colaboración, la inspiración, la inteligencia emocional, la creatividad y la imaginación. Aunque los algoritmos pueden ejecutar procesos estandarizados y tomar decisiones sencillas mucho más rápido, a menor coste y con mayor precisión que las personas, otras habilidades, aquellas que solo posee el ser humano, como la empatía, la creatividad y el buen criterio, son primordiales para resolver problemas complejos
Por este motivo, los líderes de organizaciones Agile de hoy en día no se limitan a dar órdenes basándose únicamente en su propia experiencia o conocimientos, sino que identifican un problema y prestan apoyo a equipos autónomos, que son quienes realmente lo resolverán y validarán la solución con los clientes. Ese tipo de liderazgo supone aceptar cierta vulnerabilidad, ya que consiste en apoyar a personas que saben más sobre un tema determinado que sus superiores y que tienen más probabilidades de encontrar la solución, lo que probablemente hará que muchos líderes tradicionales se sientan incómodos.
En un entorno empresarial con equipos multifuncionales cada vez más desacoplados e independientes, los líderes deben ser empáticos y capaces de dar autonomía a los demás, inspirar a los equipos, establecer relaciones y aprender con humildad.
Las capacidades “humanas” son tan importantes como las digitales
Estas habilidades “humanas” son tan importantes como las capacidades digitales para el éxito de cualquier empresa, y aunque algunas como la empatía y el desarrollo de relaciones pueden parecer poco comunes entre los candidatos a puestos de responsabilidad, la mayoría de las empresas las encontrarán en sus propias canteras de empleadas y directivas aún por descubrir.
Cada vez hay más pruebas que demuestran la capacidad única de las mujeres para liderar de forma innovadora
Datos empíricos demuestran que las mujeres tienen más probabilidades de desarrollar muchas de las habilidades clave de liderazgo. Valga como ejemplo un estudio reciente de Harvard Business Review, que reveló que las mujeres que ocupan puestos directivos obtuvieron mejores evaluaciones que sus homólogos masculinos en una serie de competencias clave, como inspirar y motivar a otros, establecer relaciones, y colaborar y trabajar en equipo (en caso de que esto parezca algo excepcional, los autores realizaron el estudio original en 2012 y lo actualizaron en 2019, donde obtuvieron resultados similares).
Del mismo modo, a la hora de estudiar habilidades más específicas, los investigadores de la Universidad de Leipzig observaron que, de media, a las mujeres se les da mejor descifrar con precisión las emociones de los rostros de las personas. Otro estudio reveló que son claramente mejores leyendo el lenguaje corporal. Un tercer estudio determinó que los hombres detectan indicios sutiles de emociones como la tristeza en un rostro solo en un 40% de las ocasiones y, sin embargo, las mujeres pueden notar estas señales apenas perceptibles con una fiabilidad del 90%
Además, una publicación en la revista Science demostró que la inteligencia colectiva de los grupos pequeños aumentaba si había más mujeres en ellos. Es más probable que las mujeres reconozcan los méritos de otras personas, pidan opiniones, escuchen activamente y se turnen para participar en conversaciones o tareas, en lugar de tratar de dominar esas situaciones. Como resultado, los grupos con mayor presencia de mujeres colaboraron más y pudieron aprovechar mejor las posibles contribuciones de todos los participantes.
La capacidad de escuchar y empatizar es absolutamente imprescindible para crear un entorno verdaderamente colaborativo e innovador
Los resultados de la investigación coinciden con la experiencia real compartida por directivas que supervisan transformaciones Agile y otros cambios operacionales a gran escala. Por ejemplo, Jessica Järnbert, Head of Business Consulting Services del Grupo Amadeus IT en España, proveedor líder de tecnología para el sector turístico mundial, lleva tres años trabajando en un proyecto de transformación Agile, y señala que, durante este tiempo, la comunicación y la empatía han sido fundamentales.
“La capacidad de escuchar y empatizar es absolutamente imprescindible para crear un ambiente de confianza donde se colabore de verdad”, afirma Järnbert. “Sin embargo, hay otra habilidad muy importante: la de definir, articular y comunicar la estrategia. Sin esta capacidad, se corre el grave riesgo de precipitarse, hacer las cosas mal y terminar obteniendo resultados que no son los que realmente se buscan. Si la gente tiene una visión, un propósito y una estrategia comunes, es más fácil promover la colaboración para lograr esas cosas”.
Järnbert también cree que las mujeres son idóneas para supervisar este tipo de iniciativas relacionadas con el cambio, ya que evaluar el bienestar de una comunidad más amplia en vez de buscar el beneficio personal es uno de sus puntos fuertes.
Janice Semper, Senior Advisor de BCG y ex-Senior Executive de Recursos Humanos en GE, subraya la creciente necesidad de un liderazgo persuasivo y empático: “Cuando se le pide a la gente que abandone viejos hábitos y cambie su comportamiento, no basta con informar y decir que tiene que cambiar su forma de pensar y actuar”, explica Semper. “Todos empezarán desde distintos puntos de partida y su predisposición al cambio variará. Para tener éxito es necesario dialogar y debatir en toda la organización de manera que sea posible ayudar a la gente a entender qué significa para ellos y se pueda desarrollar una voluntad de cambio. La inteligencia emocional (IE) se ha convertido en algo tan importante como el cociente intelectual (CI), o incluso más”.
Debido a la gran capacidad de las mujeres para gestionar dinámicas sociales, continua Semper, estas son capaces de unir a las personas y obtener mejores resultados comerciales: “Mi experiencia es que a las directivas se les suele dar muy bien escuchar”, explica. “Tienen paciencia y humildad, son capaces de lidiar con la complejidad y entienden las relaciones entre las emociones y las acciones. Se involucran más y tienen más empatía, lo cual es necesario para conseguir que todo el mundo participe en este proceso”.
Necesitamos líderes que tengan verdadero interés y confianza en la gente
Por último, Teresa Graham, Head of Global Product Strategy de Roche, destaca la importancia de reunir diferentes perspectivas y puntos de vista para que los equipos sean más creativos y eficaces. “Se trata de ser capaz de encontrar enfoques innovadores para hacer frente a los retos, ya sea a título individual o colectivo”, afirma Graham. “En Roche nos hemos centrado mucho en dar poder de decisión a equipos pequeños y autónomos, y hemos eliminado aquellos procesos que nos hacen más lentos. Necesitamos líderes que tengan verdadero interés y confianza en las personas, un alto grado de conciencia cultural, y que sean capaces de transmitir ideas a las personas con las que trabajan sin importar la cultura o la geografía, porque si realmente quieres que las personas a tu cargo asuman responsabilidades, lideren y colaboren de nuevas maneras, tienes que confiar en ellas”.
¿Cómo pueden las directivas contribuir a este cambio? “Una gran parte de la creatividad y la colaboración proviene de poner sobre la mesa diferentes puntos de vista y perspectivas basadas en la diversidad, ya sea de género, edad, origen geográfico o cualquier otra diferencia visible o invisible”, señala Graham. “Otra parte procede de asegurar que se escucha a todo el mundo y que todos tienen la posibilidad de contribuir plenamente”. También añade que las mujeres suelen crear redes de aprendizaje que integran y adoptan a adoptar diferentes puntos de vista de forma más natural. Todo ello significa que “las mujeres pueden ser grandes líderes y referentes a la hora de propiciar una mayor diversidad de pensamiento, fomentar la comunicación y la colaboración, y ofrecer oportunidades a quienes no encajan en el patrón tradicional”.
Para las organizaciones que entienden la necesidad de trabajar y liderar con unos nuevos principios y filosofía de trabajo y que la diversidad es buena para los negocios, el mensaje es claro: las empresas necesitan identificar personas que cuenten con estas capacidades y asignarles puestos de liderazgo. Si bien esto ya era cierto incluso antes del COVID-19, ahora la pandemia ha puesto de relieve la importancia de un liderazgo empático y de colaboración que sea ágil en la toma de decisiones e implementación de las mismas. Las empresas que quieran beneficiarse de estas habilidades deberán redoblar sus esfuerzos para atraer, retener y motivar a las mujeres.
Este informe está disponible en Women Are the X-Factor in New Ways of Working
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