En muchas ocasiones, los líderes de empresas y departamentos quieren acapararlo todo; quieren ser los que planean, ejecutan y resuelven todas las iniciativas que lleva a cabo su compañía, sin delegar responsabilidades en su equipo. Eso es un grave error si hablamos de ser un buen líder. Y es que esa necesidad de acaparar denota una falta de confianza hacia el equipo e inseguridad en la labor realizada por los trabajadores.
Por ello, para poder ser un gran líder, un líder inspirador, motivador y referente entre sus empleados, delegar es una función básica y que todo responsable debería aplicar de cara a maximizar la obtención de los objetivos empresariales así como a cuidar la salud y el bienestar tanto del equipo de trabajo como de su propia persona. Aquí te mostramos ocho beneficios empresariales y personales de delegar responsabilidades:
- Confianza. Sin duda, la cualidad más importante en un buen líder es la confianza; la confianza en su equipo de trabajo. Saber transmitir esa confianza es vital para alcanzar el éxito pues, por un lado, nuestros empleados se sentirán mucho más realizados y, por otro, estarán mucho más implicados en el proceso.
- Motivación. También en relación con la confianza, delegar provocará que nuestro equipo de trabajo esté más motivado en relación a la función o proyecto a desarrollar. Y es que a todos nos ha pasado alguna vez: cuando simplemente nos limitamos a seguir órdenes sin poder incluir ni una pizca de creatividad en nuestro trabajo, de aportaciones propias, la motivación es casi mínima. Pero cuando nos dan la responsabilidad y nos dejan más espacio a nuestro talento, la motivación se multiplica.
- Desarrollo y formación. Lógicamente, cuanta más responsabilidad otorgues a tu equipo, mayor será su desarrollo y aprendizaje laboral. La mejor manera de aprender es haciéndolo, según se dice, y la adquisición de conocimientos se potencia al incrementarse el interés del trabajador. Esto, obviamente, repercute positivamente en la calidad y rapidez de su labor y, por tanto, se convierte en beneficio empresarial.
- Retención de talento. Los tres puntos anteriores implican un aumento en la felicidad de los empleados y, por ende, en la retención de talento de tu compañía. A través de esa confianza, de esa motivación y de ese desarrollo personal, se potencia el bienestar del equipo de trabajo, los empleados irán más a gusto al trabajo y, por tanto, las posibilidades de que el talento se quede en la compañía aumenta.
- Productividad. Por un lado, cuando un trabajador sabe que tiene sobre sus hombros una gran responsabilidad suele poner un mayor empeño en la misión a desarrollar y el resultado suele ser mejor. Además, al delegar responsabilidades y tareas, se suele reducir el tiempo de realización por lo que la eficacia se maximiza.
- Menos estrés. Personalmente, para la figura del líder, delegar responsabilidades reduce el estrés y aumenta el tiempo ‘libre’. Al querer acaparar toda la responsabilidad, el responsable acaba sufriendo una mayor dosis de estrés que podría ‘repartir’ entre sus trabajadores de manera más equitativa. Es lógico que el líder tenga más responsabilidad pero descargarse un poco de esa carga mental siempre es positivo.
- Más tiempo. Y en la misma línea, al delegar las tareas y responsabilidad, reduce las ‘horas extras’ y aumenta el tiempo ‘libre’ del líder; tiempo que le puede servir para el descanso físico y mental, para su tiempo de ocio -que también repercute en el aspecto psicológico-, para su conciliación…
- Salud física y mental. Tanto la motivación y confianza en tu equipo como la reducción del estrés implican una mejora sustancial de la salud y el bienestar físico y mental de los trabajadores y del propio líder. Aspectos que son clave en la gestión de talento actual ya que redundan en el beneficio de la compañía en materia de eficacia, productividad, atracción y retención de talento, employer branding… Un empleado sano es un empleado feliz y más productivo.
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