Todos somos conscientes de los beneficios de la formación, pero también de la dificultad de su transferencia, es decir, de incorporar comportamientos al puesto de trabajo que se mantengan en el tiempo. El problema no radica en que los participantes de la formación no adquieran las habilidades necesarias, la cuestión es que incorporarlas a su día a día requiere de fuerza de voluntad. Justin compara la fuerza de voluntad con un músculo cuyas reservas de energía se van agotando a medida que lo vamos utilizando. La cuestión es que le damos mucho uso durante el día: para el control de impulsos y emociones, con el esfuerzo de abstracción, en la toma de decisiones y para el control psicomotriz. Y por supuesto cuando queremos incorporar nuevos comportamientos que nos sacan de la zona de confort.
Con el enfoque tradicional de la formación, conseguimos que un participante comience a poner en juego las habilidades adquiridas durante un tiempo, pero cuando se agota su fuerza de voluntad, vuelve a sus comportamientos por defecto. El innovador modelo que Habitus Incorporated ha generado sintetizando teorías del comportamiento y de neurociencia, precisamente pone el foco en movilizar los nuevos comportamientos hacia el área de los comportamientos por defecto. Para ello plantea utilizar la fuerza de voluntad no sólo para poner en juego nuevos comportamientos, sino para actuar sobre 3 palancas: Cambio del entorno físico y social, cambio de hábitos y cambio de mentalidad. Este modelo ya se está implementando con éxito en las empresas de la siguiente manera:
– Cambiando el entorno para que sea un facilitador de los nuevos comportamientos (por ejemplo incorporando procedimientos, herramientas o cualquier otro recurso humano o material).
– Cambiando los hábitos mediante coaches que acompañan a los participantes proporcionándoles una visión “desde fuera” que les ayuda a incorporar los comportamientos.
– Cambiando la mentalidad, poniendo foco en el entrenamiento de herramientas que permiten ampliar el marco mental.
Este enfoque integrador que busca la incorporación de hábitos, y no sólo de comportamientos, es necesario cuando buscamos la excelencia en nuestra organización, porque como dijo Aristóteles: “La excelencia no es un acto sino un hábito”.
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