“La productividad no lo es todo, pero a largo plazo es casi todo”
Paul Krugman
La Victoria guarda en sus bodegas 381 sacos de clavo, con un peso de 524 quintales (veintisiete toneladas). El cargamento desembarcado en el muelle de las Mulas era tan valioso, que logró cubrir —con una sola nave— los gastos de toda la armada (la adquisición y pertrechos de las cinco naves) y aún reportó beneficios de 346.216 maravedíes como hemos visto.
Obviamente, debido a la demanda, el clavo de olor era la carga principal, pero también trajeron semillas de frutales y de otros alimentos recién descubiertos como la patata, el cacao, los tomates, la calabaza, el coco, maíz, apio, pimientos… Todos estos productos tuvieron una rápida acogida en Europa y se fueron incorporando a la cocina, dando lugar a la actual gastronomía (la dieta mediterránea). Su incorporación a los cultivos y la riqueza generada en estos siglos es difícil de cuantificar. Aunque parezca increíble, después de lo que habían padecido, el alcalde Leguizamo pide cuentas a Elcano sobre la merma en la carga de clavo. Elcano alega los tres quintales que se usaron en Cabo Verde para comerciar y conseguir “mantenimientos” (comida) y esclavos para achicar el agua. Probablemente este error —fruto de la desesperación más absoluta— fue lo que delató su origen y fueron apresados, pese a que alegan venir del Nuevo Continente y haber derivado por la tormenta. Elcano también justifica la disminución del volumen de la carga al secarse la especia, tras los meses de travesía.
Dentro de las bodegas viajaba también una caja a nombre del piloto Andrés de San Martín, fallecido en la trágica emboscada de Cebú. Gracias a un testimonio de 1535 del capitán Gómez de Es- pinosa, sabemos que San Martín bajó a tierra para lavar su ropa, y nunca más regresó.
“Andrés de San Martín salió en tierra en la dicha ysla a lavar su ropa, e nunca paresçió más, e que otro día, a obra de las diez del día, los propios de la tierra mataron a trenta e çinco cristianos”.
Pero sus compañeros no le olvidan. Alguien (posiblemente Elcano, ya que también le menciona en el testamento “por si le toparen”) se encargó de portar una caja de clavo con su nombre. El benefactor fue su hermano Cristóbal, por la que cobró 88.587 maravedíes (hoy rondaría los cien mil euros). Era injusto acabar sin nada cuando lo merecía todo.
Resulta paradójico el aprecio y reconocimiento que Andrés despierta también en el propio rey, viendo cómo se ha portado finalmente con el propio héroe de la expedición. El caso es que en 1530 (ocho años después del regreso de la Victoria) Carlos I ordenó —por medio de Real Cédula— abonar a Juana, hija de San Martín, la considerable cantidad de doce mil maravedíes como dote para su futura boda, ya que Juana era aún una niña y sería su tío quien ejerció de albacea.
“Vos está mandado [a los oficiales de la Casa de Contratación] que de cualesquier maravedíes que haya en esa Casa, o de los primeros que a ella vinieren, depositéis doce mil maravedíes, que hicimos merced a Juana de San Martín, hija de Andrés de San Martín, piloto, que fue con Hernando de Magallanes al descubrimiento de la Especiería, para ayuda a su casamiento, por lo que sirvió el dicho su padre en el dicho viaje”.
Concluyendo: pese a la gran pérdida de vidas y recursos, la rentabilidad —material— fue enorme y genera unos beneficios cuantiosos (al- rededor de un 4,5 %). Pero está meridianamente claro que los mayores beneficios fueron de carácter geoestratégico, cultural y comercial.
De haber sido una ruta rentable nos habríamos hecho con una bue- na cuota de mercado, pero, lamentablemente, era inviable por la complejidad del estrecho de Magallanes, el interminable mar Pacífi- co y la enorme dificultad de establecer bases logísticas y de apoyo como había hecho Portugal.
A menudo las buenas ideas se quedan en el plano de lo abstracto ante la imposibilidad de la ejecución. El papel lo aguanta todo, pero hasta que no se pasa a la acción no se puede cuantificar la inversión de recursos y valorar si va a resultar un proyecto rentable.
*Capítulo 66 del libro Un empresa redonda: El viaje de Magallanes y Elcano que cambió el mundo’ escrito por Raquel Sánchez Armán y Jesús Ripoll, fundadores de la agencia de motivación y formación Helpers Speakers.
Raquel Sánchez Armán y Jesús Ripoll, fundadores de la agencia de motivación y formación Helpers Speakers (apasionados de la historia, la navegación, el management y el desarrollo personal), reinterpretan la epopeya de la primera vuelta al mundo desde la perspectiva del management actual. En este libro podremos aprender de los aciertos —y de los errores— de aquellos hombres de hace 500 años, a través de la lección de liderazgo histórico que nos brindan. Embárcate junto a ellos en esta apasionante aventura.
Puedes adquirir el libro en Amazon o a través de Helpers Speakers, donde podrás personalizar el ejemplar para tus trabajadores.