“Si tus acciones inspiran a otros a soñar más, a aprender más, hacer más y convertirse en algo más, entonces eres un líder”
John Quincy Adams
15. Sanlúcar de Barrameda – Sevilla
Salida el 6 de septiembre de 1522 – Llegada el 8 de septiembre de 1522
Travesía de dos días
Corría el año del Señor de 1522, cuando aquel 6 de septiembre los sanluqueños ven acercarse un barco fantasma, fuertemente escorado y desarbolado. Asoman dieciocho escuálidos hombres que dicen ser los supervivientes de la armada de Magallanes (¡por fin orgullo de pertenencia!) que regresan de haber dado la vuelta al mundo y vienen cargados de especias. Los acompañaban tres indios de las islas Molucas (de los trece que habían embarcado en Tidore nueve meses atrás). Después de tres años, y las noticias alarmantes que trajo la desertora San Antonio, nadie los esperaba. Pronto se corrió la voz de la llegada de los héroes y todo el pueblo sanluqueño se volcó en la bienvenida, muy conscientes de que aquel momento histórico no lo iban a olvidar. Al acercarse la nave a la bocana tuvieron dificultades debido a su calado y los fondos de arena poco profundos. El batel (barca auxiliar de remos) se había perdido en Cabo Verde, fue necesario responder con agilidad al contratiempo y se contratan los servicios de Pedro Sordo del pago de Sanlúcar, que los remolca hasta Barrameda. Cobró por ello la suma de 525 maravedíes.
Cabe destacar la enorme capacidad organizativa de la Casa de Contratación, que actuó con una extraordinaria diligencia para asistir a los maltrechos expedicionarios. Al día siguiente de llegar, el 7 de septiembre, el puerto sanluqueño realiza con eficiencia las gestiones urgentes para invertir en un barco grande de seis remos (la Valerosa) por el que se abona la cantidad de quince ducados. Servirá para remolcarles Guadalquivir arriba hasta Sevilla, sin más demora, ya al día siguiente. También se contrata una dotación de quince peones (está registrado el pago de
1.208 maravedíes) para achicar agua de la bodega y sentina (que tardaron veintiséis días en vaciar) y para asistir a los supervivientes “porque la gente della venía enferma y poca” como se recoge en los documentos. Orgullosos de su gesta, quieren continuar hasta Sevilla, de donde partieron tres años y veintiocho días atrás, la “legua cero” de su travesía. Son remolcados durante dos días en la travesía del Guadalquivir y la tripulación, por fin, coronaba el viaje “redondo” en el puerto de las Muelas.
Épica y renqueante, la Victoria entra al puerto de Sevilla fundiendo en salvas la poca pólvora que les quedaba. En sus bodegas descansa un preciado cargamento de veintisiete toneladas de clavo —una increíble fortuna para la época— pero, tal como cuenta Elcano al emperador Carlos V en la carta que le escribe anunciando su regreso, “… aquello que más debemos estimar y tener es que hemos descubierto y dado la vuelta a toda la redondeza del mundo”. Sin duda, entendía el valor de una buena frase.
Tenían claro con quién estaban en deuda y, lo primero que hacen, es cumplir la promesa hecha a la Virgen durante aquella amenazante tempestad que casi termina con ellos cerca de Timor. Desembarcan uno a uno en procesión, descalzos y con cirios en la mano, hasta la iglesia de Nuestra Señora de la Victoria, en Triana, para dar gracias. Elcano abría la marcha y detrás de él, Francisco Albo, piloto, Miguel de Rodas, maestre, Antonio Pigafetta, cronista, Hernando Bustamante, cirujano, Juan de Acurio, contramaestre desde las islas de Cabo Verde, Hans de Aachen, artillero, y los marineros Diego Carmona, Miguel Sánchez, Francisco Rodríguez, Juan Rodríguez de Huelva, Antonio Hernández Colmenero, Juan de Arratia, Juan de Santander, Vasco Gómez Gallego y Juan de Zubileta.
Eterno agradecimiento a todos ellos.
Sevilla entera se acercó al puerto para darles la bienvenida. Los ciudadanos les abren paso a través de las calles, entre vítores y aplausos. Según los registros de la Casa de Contratación, los supervivientes donaron una auténtica fortuna, unos 86.000 maravedíes, a los monasterios de Nuestra Señora de la Victoria y de Santiago de la Espada.
Los triunfos hay que celebrarlos, por ello, para festejar ese momento histórico, la Casa de Contratación sufraga la primera comida de verdad en mucho tiempo: doce arrobas de vino, setenta y cinco hogazas y roscas, y un cuarto de vaca. Fue el final perfecto para un día perfecto.
Una vez más comprobamos cómo los grandes éxitos rara vez son fruto de una sola persona.
*Capítulo 59 del libro Un empresa redonda: El viaje de Magallanes y Elcano que cambió el mundo’ escrito por Raquel Sánchez Armán y Jesús Ripoll, fundadores de la agencia de motivación y formación Helpers Speakers.
Raquel Sánchez Armán y Jesús Ripoll, fundadores de la agencia de motivación y formación Helpers Speakers (apasionados de la historia, la navegación, el management y el desarrollo personal), reinterpretan la epopeya de la primera vuelta al mundo desde la perspectiva del management actual. En este libro podremos aprender de los aciertos —y de los errores— de aquellos hombres de hace 500 años, a través de la lección de liderazgo histórico que nos brindan. Embárcate junto a ellos en esta apasionante aventura.
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