15 de noviembre de 2024
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Una empresa redonda | Fracaso: la cara B de la exitosa empresa

  • Desde RRHHDigital os presentamos el libro ‘Una empresa redonda: El viaje de Magallanes y Elcano que cambió el mundo’, escrito por Raquel Sánchez Arman y Jesús Ripoll, fundadores de Helpers Speakers.
  • En esta obra hacemos una revisión de la historia a través de las gafas del presente y relacionamos el viaje de Magallanes y Elcano siglos atrás con el viaje de las corporaciones en la actualidad.
  • No te pierdas cada semana un nuevo capítulo de ‘Una empresa redonda: El viaje de Magallanes y Elcano que cambió el mundo’.

“Aprendemos de los fracasos; no de los éxitos”

Bram Stoker

Gonzalo Gómez de Espinosa es un buen personaje en una mala historia, un secundario soberbio cuyo apellido ha sido injustamente el de “fracaso” y al que es necesario conocer mejor.

Aunque se ignora cuándo nació (seguramente hacía 1479, en Espinosa de los Monteros, Burgos) y cuándo falleció (probablemente en Sevilla hacia 1530), los siete años cruciales de su existencia están bien documentados. Esos intensos siete años (que trascurren desde que embarca en la flota de Magallanes y los posteriores, retenido en insalubres cárceles portuguesas) que le convirtieron en inmortal.

Pese a ser un inexperto marino, pero con unos arrestos indiscutibles como militar, su nombre ha entrado en el Olimpo de la Navegación. Gonzalo aportaba la seguridad —y autoridad— en la flota que tanto necesitaban. Fue uno de los hombres de confianza de Magallanes, junto al que estuvo en Sevilla en los preparativos previos y labores de reclutamiento de la tripulación. Comenzó como alguacil mayor (encargado de mantener y ejecutar la justicia a bordo) en la nao capitana de la expedición, la Trinidad.

Su intervención en aquel lejano ya motín de San Julián fue crucial para abortarlo: no dudó en matar a puñaladas a Luis Mendoza, el capitán rebelde de la Victoria. A él recurrieron también sus compañeros (en democrática elección) para hacer tándem junto a Carvallo en la directiva, tras la trágica emboscada de Cebú que dejó a la flota a la deriva. Fue el hermano mayor, protector y leal, de todos ellos.

Está al mando de la nao Trinidad, que queda en las islas Molucas reparándose, mientras Elcano zarpó camino de la gloria eterna. A su cargo, el destino de sesenta hombres y la responsabilidad de volver a casa.

El intento de tornaviaje fue una verdadera odisea… Sí, otra más. Partieron con muchas esperanzas, pero acabaron lejos de lograr el objetivo. Tuvo muy mala suerte porque el camino seguido fue el mismo que años después —y tras múltiples intentos de conectar Asia con América por otras expediciones— terminó coronando Andrés de Urdaneta. Esta es otra de las jugadas que el destino reservaba para Espinosa: intuir la ruta, pero no lograr completarla. Nadie recordará después que la inspiración de Urdaneta surgió de la Trinidad.

El maldito monzón los maltrataba sin piedad, al igual que el escorbuto y la disentería. La castigada flota, tras verse diezmada, ya no sabía a quién encomendarse. Habían navegado inútilmente durante cinco meses cuando decidieron rendirse y poner rumbo al infierno. Fue una decisión desafortunada, estaban ya muy cerca de la corriente de KuroShivo que los habría llevado a América.

Regresan a las Molucas, a merced de los portugueses y con el capitán Antonio de Brito (“Cabrito”, para abreviar) al mando, que no va a mostrar la más mínima consideración ni respeto por sus vidas. Encerrados como perros en jaulas, las bajas se suceden en un incesante goteo.

Portugal había llegado a Ternate solo unas semanas después de la malograda partida de la Trinidad, donde habían levantado un fuerte. Allí los somete a trabajos forzados para, posteriormente, trasladar a los ocho únicos supervivientes a la cárcel de Cochin, en la India.

Solo cuatro regresarán, como ya hemos comentado, a Europa: Juan Rodríguez, que logrará escapar en un barco luso; el artillero noruego Hans Bergen; el piloto Ginés de Mafra, liberado en 1527 en Lisboa tras cinco inhumanos años de cautiverio, y Gómez de Espinosa que, tras dos años, será embarcado rumbo a una prisión en Lisboa. Es desde aquella cárcel inmunda de Cochin donde logra enviar una conmovedora carta pidiendo auxilio al rey. Milagrosamente aquella misiva (firmada el 12 de enero de 1525) llegó a su destino y aún se conserva. En ella expone la dramática situación y le avisa de que los portugueses están armando una flota hacia las Molucas. El capitán no sabe escribir, pero eso no es impedimento, recurre a un escribano luso (le delatan los “portuguesismos” que incluye) y a la complicidad de Taimón, criado de la hermana del rey castellano, doña Leonor, reina consorte de Portugal.

Siete meses después, la intercesión de Carlos I ante su cuñado, el rey Juan III de Portugal, para la liberación da fruto. Espinosa regresa a España en 1527, cinco años después de la llegada de la nao Victoria.

Ya en casa, será recibido por Carlos I en su feudo de Valladolid. El welcomepack sigue siendo el mismo: un escudo de armas pintón y un sueldo vitalicio —que la Corona no tiene intención de pagar y que, al igual que Elcano terminó costando un pleito—. En un alarde de generosidad, también será nombrado visitador y capitán de las naos de las Indias. Esos cargos “taylor made” que a veces se inventan algunos directivos para colocar a los colaboradores cuando no saben qué hacer con ellos y que no tienen ninguna responsabilidad real.

La lealtad de Espinosa fue reconocida —al menos sobre el papel— por Carlos I como recoge el secretario del Consejo de Indias, Juan de Sámano: “Su Maj. y los señores del Consejo tuvieron voluntad de le honrar y hacer merced, porque en la verdad, él sirvió bien a Su Majestad, y como buen vasallo, y así oyó siempre hablar a los que tiene dicho muy bien en su persona”. Al igual que ocurrirá con Elcano, ha de pelear por percibir lo prometido.

Aunque sigue teniendo inoculado el veneno del mar y participó en la organización de una nueva expedición a las Molucas (con Simón de Alcazaba al frente), la empresa se canceló tras el Tratado de Zaragoza de 1529 (por el que España “vendía” las Molucas a Portugal… y la moto también, porque legalmente les pertenecía aquel dominio ultramarino por el Tratado de Tordesillas).

Espinosa se establece en Sevilla definitivamente y se aburguesa. Tiene un cargo cómodo y de responsabilidad en la Casa de Contratación que le permite llevar una vida desahogada. Se casó con Juliana de Bobadilla —hija de uno de los primeros conquistadores de Guatemala— y tuvieron un hijo llamado Ruy Gómez de Espinosa.

La última noticia sobre nuestro capitán la encontramos en Santiago de Guatemala donde, muchos años después, un nieto y una biznieta suyos aseguraron que fue uno de los pioneros colonos de aquellas latitudes.

A sus pies, Sr. De Espinosa. Usted en mi equipo, siempre.

Cuando llegas a conocer las circunstancias personales de tus compañeros, sus sacrificios y sus inquietudes, es cuando de verdad pa- sas a valorarlos como personas y a apreciar lo que hacen como profesionales. Ese conocimiento te permite tomar decisiones más justas y que tu equipo te valore más como líder. Por desgracia, en muchas ocasiones no se tiene el tiempo necesario para ello, y lamentablemente, en otras ocasiones no se tiene la mínima empatía.

Este episodio habla del fracaso, a pesar del esfuerzo y del sacrificio. Lo cierto es que a ninguno nos gusta perder. Nos enseñan a ser competitivos desde pequeños, a vincular derrota con fracaso. Asu- mir, dejar ir y avanzar es clave para superar los contratiempos. No todo el mundo con talento, pasión y foco consigue su objetivo. Hay muchos aspectos que escapan a nuestro control y eso ha de estar meridianamente presente.


*Capítulo 53 del libro Un empresa redonda: El viaje de Magallanes y Elcano que cambió el mundo’ escrito por Raquel Sánchez Armán y Jesús Ripoll, fundadores de la agencia de motivación y formación Helpers Speakers.

Raquel Sánchez Armán y Jesús Ripoll, fundadores de la agencia de motivación y formación Helpers Speakers (apasionados de la historia, la navegación, el management y el desarrollo personal), reinterpretan la epopeya de la primera vuelta al mundo desde la perspectiva del management actual. En este libro podremos aprender de los aciertos —y de los errores— de aquellos hombres de hace 500 años, a través de la lección de liderazgo histórico que nos brindan. Embárcate junto a ellos en esta apasionante aventura. 

Puedes adquirir el libro en Amazon o a través de Helpers Speakers, donde podrás personalizar el ejemplar para tus trabajadores.

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