8 de septiembre de 2024
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Una empresa redonda | No todo el mundo con talento consigue el éxito

  • Desde RRHHDigital os presentamos el libro ‘Una empresa redonda: El viaje de Magallanes y Elcano que cambió el mundo’, escrito por Raquel Sánchez Arman y Jesús Ripoll, fundadores de Helpers Speakers.
  • En esta obra hacemos una revisión de la historia a través de las gafas del presente y relacionamos el viaje de Magallanes y Elcano siglos atrás con el viaje de las corporaciones en la actualidad.
  • No te pierdas cada semana un nuevo capítulo de ‘Una empresa redonda: El viaje de Magallanes y Elcano que cambió el mundo’.

“No espere, nunca va a ser el momento preciso. Empiece en donde se encuentra y trabaje con las herramientas que pueda tener a su disposición ahora, y mejores herramientas van a ir apareciendo a medida que usted va avanzando”

Napoleon Hill

Siempre se ha dicho que las oportunidades son como los amaneceres, si esperas demasiado las pierdes. Los nativos insistían que era el momento de zarpar hacia el oeste debido a los vientos favorables, además, Pedro Alfonso de Lorosa los había prevenido de que en cualquier momento podrían llegar los suyos y arruinarían la expedición: había que partir ya.

Cincuenta y nueve hombres van a quedarse en tierra, con Gómez de Espinosa a la cabeza, esperando en Tidore a que la Trinidad fuera reparada: “Con mucho trabajo y mucho peligro la corregimos, y estuvimos en corregilla y en cargalla de clavo cuatro meses en la isla de Tidori” (Carta de Gonzalo Gómez de Espinosa al Rey, fecha en Cochín a 12 de enero de 1525). La gloria no fue para ellos y les esperaba un inmenso calvario además de la pena de haber desaparecido de la historia.

Tidore será la tumba de Juan Lopez Carvalho, el antilíder, que moriría antes de embarcar.

La Victoria carecía de espacio para albergar a las tripulaciones de ambos barcos. También estaba herida de muerte y se veían obligados a achicar agua constantemente. Comprobaron que tenía ya la borda muy baja sobre el agua y por precaución, se redujo la carga de clavo de unos setecientos a unos seiscientos quintales —unas veintisiete toneladas—.

La tripulación se dividió entre los dos barcos y cada hombre decidió (aparentemente) en cuál embarcar. Pigafetta partirá en la Victoria, no por afinidad con Elcano —al que ningunea en su extensa crónica del viaje— sino alentado por el deseo de dar la vuelta al mundo (¡alerta spoiler!: efectivamente será uno de los dieciocho supervivientes).

Se dispone que la Victoria zarpe de inmediato para regresar a España y dar nuevas al rey. Tomará rumbo oeste, mientras que la Trinidad, una vez reparada, realizará un tornaviaje regresando por la misma ruta de ida (aconsejados por los moluqueños) ya que tendrían condiciones más favorables hasta el Darién, territorio amigo (actual Panamá y la costa española más próxima), donde Núñez de Balboa había descubierto tan solo tres años antes el mar del Sur (Pacífico). Su nave, aunque reparada, no resultaba fiable y lo más sensato era arribar a puerto seguro, allí esperaban encontrar a Andrés Niño y Gil González Dávila (coincidieron en Sanlúcar de Barrameda mientras pertrechaban una armada para viajar hasta Panamá) que, sin duda, les ayudarán a trasportar por tierra la preciada mercancía de clavo en camellos.

Almansur le proporcionó a Elcano un piloto local para ayudarle a bajar tan al sur como pudiera, hasta zafarse del traicionero monzón y encontrar vientos favorables hacia el cabo de Buena Esperanza. También puso a sus hombres a disposición de la Trinidad, asegurando “que no sufrirían fatiga ni trabajo excepto por los dos de ellos que dirigieran el trabajo de los carpinteros”. Después de tantas penurias, traiciones y sinsabores, la lealtad y la generosidad del rey conmovió a los españoles: “Pronunció estas palabras con tanta sinceridad que nos hizo llorar a todos” (Pigafetta).

Esta es su crónica: “El rey pareció que se afectaba vivamente con este contratiempo, hasta el punto que se ofreció él mismo para ir a España y relatar al rey lo que nos sucedía; pero le respondimos que, teniendo dos navíos, podríamos hacer el viaje con la Victoria sola, que no tardaría en partir aprovechando los vientos de levante que empezaban a soplar; durante este tiempo carenarían la Trinidad, que podría aprovechar los vientos de poniente para ir a Darién, al otro lado del mar, en la tierra de Yucatán. […] Hubo algunos que prefirieron quedarse en las islas Maluco mejor que volver a España, ya por temor de que el navío no resistiera tan largo viaje, ya porque el recuerdo de lo que su- frieron antes de llegar a las Maluco les amedrentase, pensando que morirían de hambre en medio del Océano. […] El sábado, 21 del mes [de diciembre] día de Santo Tomás, el rey nos trajo dos pilotos, que pagamos por anticipado, para que nos condujeran fuera de las islas. Nos dijeron que el tiempo era excelente para el viaje y que debíamos partir cuanto antes; pero tuvimos que esperar a que nos trajesen las cartas que nuestros compañeros que se quedaban en las Maluco mandaban a España, y no pudimos levar anclas hasta el mediodía. Entonces, los barcos se despidieron con una descarga recíproca de artillería; los nuestros nos siguieron en su chalupa tan lejos como pudieron, y nos separamos, al fin, llorando”, Pigafetta.

Resulta imposible pensar en el momento de la despedida sin sentir un nudo en el estómago. Los capitanes Elcano y Espinosa nunca volvieron a verse. La Victoria, con un destino incierto, y la Trinidad, con su resignación plomiza. El olvido o la gloria.

¡Alea jacta est! Que Dios se apiade de vuestra alma.

Eran plenamente conscientes de lo difícil que era que ambas tripulaciones tuvieran éxito y volvieran a reencontrarse. Fue el momento de entregar cartas y recuerdos para los familiares (como relata Pigafetta): Jorge Morisco (intérprete de árabe que embarcó como criado de Magallanes) le dio a Elcano una palma hecha de hilo y clavo para Beatriz Barbosa, que personalmente Elcano intentó entregar a la viuda de Magallanes pero, lamentablemente, ella ya había fallecido.

El maestre Juan Bautista de Punzorol se quedó en Ternate con la Trinidad. Se le conoce como el Piloto Genovés, pues así firmó la breve crónica del viaje que nos dejó escrita. Su hijo Domingo, marinero, quiso ser de los primeros en dar la vuelta al mundo y eligió ir con Elcano. El pobre no soportó la dura travesía y murió en el golfo de Guinea. De haber aguantado tan solo unos días más, quizá no hubiera muerto porque llegaron a Cabo Verde y consiguieron provisiones. El padre tampoco sobrevivió a su travesía.

Dicen que perder es muy fácil, pero no es cierto. Los fracasos no se perdonan y te estigmatizan de por vida. Debemos inspirarnos en la mentalidad americana donde si no has fracasado, al menos un par de veces, eres sospechoso. Los errores se valoran como aprendizajes, y son la señal inequívoca de que lo has intentado. La única manera de crecer es solucionar o, al menos, aprender de tus propios fracasos.


*Capítulo 50 del libro Un empresa redonda: El viaje de Magallanes y Elcano que cambió el mundo’ escrito por Raquel Sánchez Armán y Jesús Ripoll, fundadores de la agencia de motivación y formación Helpers Speakers.

Raquel Sánchez Armán y Jesús Ripoll, fundadores de la agencia de motivación y formación Helpers Speakers (apasionados de la historia, la navegación, el management y el desarrollo personal), reinterpretan la epopeya de la primera vuelta al mundo desde la perspectiva del management actual. En este libro podremos aprender de los aciertos —y de los errores— de aquellos hombres de hace 500 años, a través de la lección de liderazgo histórico que nos brindan. Embárcate junto a ellos en esta apasionante aventura. 

Puedes adquirir el libro en Amazon o a través de Helpers Speakers, donde podrás personalizar el ejemplar para tus trabajadores.

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