“Cuando lo que haces tiene un propósito, un sentido, no es un trabajo sino una misión”
Javier Iriondo
El 18 de diciembre de 1521 la flota está preparada para la partida, los reyes de todas las islas de las Especias se reunieron para despedir a la armada. La nao Trinidad, capitana de la expedición, zarparía bajo el mando de Gonzalo Gómez de Espinosa y la Victoria con Elcano. Las naves se engalanan para la ocasión, estrenan velamen para vestir los palos con la Cruz de Santiago y la inscripción: “Éste es el signo de nuestra buenaventura”. Providencial.
Pero los planes perfectos no existen. El infortunio, una vez más, se ceba en la expedición y la Trinidad “sacó la pajita más corta”. Su destino se selló pronto.
Cargaron excesiva mercancía en las bodegas, cada vez les ofre- cían más barato el clavo, viendo que ya se iban. Flagrante indicación de que —por las prisas o por inexperiencia— no habían negociado bien. Optaron por guardar el excedente en un almacén y se quedan allí cinco voluntarios custodiando: el despensero Juan de Campos (una vez más haciendo gala de su espíritu de sacrificio y del deber) y cuatro lombarderos. También almacenan mercancía sobrante que traían de Castilla para comerciar (y otra que habían ido rapiñando en la fase de bucaneros de fortuna).
El rey de Bachian les regala dos aves del paraíso como presente para el emperador que Pigafetta relata así: “Nos dio también para el rey de España dos pájaros muertos […] cuentan que vienen del Paraíso Terrenal” (¡ay, qué chiquillo este!). En realidad, era un regalo muy exclusivo, digno de emperadores, ave autóctona de Nueva Guinea y las Molucas, reputado como símbolo de poder y codiciado desde antiguo en todo el sudeste asiático, China, la India, Persia y Turquía.
Nada más levar anclas y comenzar la travesía, la Trinidad empezó a hacer agua y a escorarse. Ambas naves maniobran y viran de regreso al puerto. Cabe preguntarse cuál era el camino que pretendían tomar inicialmente, ya que ninguna fuente lo menciona.
¿Falta de planificación y puesta a punto de las naves provocada por la premura en partir? ¿Se ordenó no reflejar nada en los diarios de a bordo?
Ya fondeadas, Almanzor mandó inspeccionar a sus buzos (se lanzaban en busca de las vías de agua con el cabello suelto para sentir la succión del agua y localizar así las grietas en el casco), pero no tuvieron más remedio que descargarla por completo para averiguar dónde estaba el problema. La sobrecarga, una mala reparación tras haber encallado en el mar de Joló y el efecto de la broma (esos pequeños moluscos caníbales que atacan a la madera sumergida causando perforaciones) habían debilitado las cuadernas. Necesitaba reparaciones urgentes, no se trata de una simple vía de agua: iban a precisar varios meses para poder zarpar de nuevo. El maestre Juan Bautista de Punzorol calculó que había para unos cincuenta días de reparaciones, varando en seco la Trinidad. A su vez, los de Victoria aprovecharon para desembarcar setenta quintales de clavo por temor a que la nave no aguantase, y Pigafetta añade que algunos hombres decidieron quedarse “por miedo a morirse de hambre”.
Y aquí va el testimonio de Elcano, recogido en la carta que le escribió al rey (fechada el 6 de septiembre de 1522 nada más llegar a Sanlúcar de Barrameda):
“Queriéndonos partyr de las yslas de Maluco a la vuelta de Es- paña, descobrió una agua muy grande una de las dos naos de manera que no se podía remediar sin ser descargada, e pasado el tienpo de [que] las naos navegaba[n] para Jaba e Malaca, determinamos de morir o con grande honra a serviçio de tu alta magestad, por haserla sabidora del dicho descobrimiento, con una sola nao partyr estando tal de bromas como Dios quería”.
Vivimos en la sociedad del éxito, de los supermanes, de los triunfa- dores, al menos, en las redes sociales…, pero fracasar significa ha- berlo intentado y llevarse una gran lección aprendida. La vida se ordena y desordena constantemente, no entres nunca en “modo excusas”, asume tu parte de responsabilidad y, sobre todo, abandona el victimismo y trata de buscar soluciones.
Acepta, aprende y continúa.
*Capítulo 48 del libro Un empresa redonda: El viaje de Magallanes y Elcano que cambió el mundo’ escrito por Raquel Sánchez Armán y Jesús Ripoll, fundadores de la agencia de motivación y formación Helpers Speakers.
Raquel Sánchez Armán y Jesús Ripoll, fundadores de la agencia de motivación y formación Helpers Speakers (apasionados de la historia, la navegación, el management y el desarrollo personal), reinterpretan la epopeya de la primera vuelta al mundo desde la perspectiva del management actual. En este libro podremos aprender de los aciertos —y de los errores— de aquellos hombres de hace 500 años, a través de la lección de liderazgo histórico que nos brindan. Embárcate junto a ellos en esta apasionante aventura.
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