Respetado, capaz de guiar al grupo hacia nuevos territorios sin ponerlo en peligro, enérgico cuando es necesario, promotor de la autonomía de cada individuo. Si se pudiera elegir el jefe, la mayoría de los trabajadores escogería a alguien así. Alguien como una elefanta.
«El estilo de liderazgo que está de moda ahora en las empresas se parece al que domina en la naturaleza», comenta Jesús Fernández Morán, autor del libro Fauna S. A. «Esa matriarca elefanta sabia, que dirige sin que se note, que impone orden si hace falta, que busca alimentos en otros lugares».
¿En qué se parecen una manada de ñus y una empresa? ¿Qué tiene en común la estrategia de caza de los lobos con una OPA? Bastante. Aunque este libro no es un tratado de etología ni una guía de gestión corporativa, plantea los problemas a los que cualquiera se enfrenta en la empresa y escarba en cómo los afronta el resto de especies, con similares desafíos.
«Siempre había trabajado con los animales y no tenía experiencia en gestión empresarial, algo necesario para la dirección de un centro privado. Hice un máster y me empecé a dar cuenta de la relación», explica Fernández, director técnico del Zoo de Madrid.
Los ñus se desplazan en busca de nuevos territorios donde comer, con una organización muy eficaz. Los lobos planean cuidadosamente una operación de caza, eligen la presa y marcan una estrategia. «Todos intentan optimizar sus recursos, actúan con eficacia. Las empresas animales funcionan; está en juego su supervivencia, aunque a veces cometen errores. Pero ellos lo llevan grabado en los genes», explica Fernández. Y aclara: «Animales y personas somos muy distintos. No se trata de mirar a la naturaleza y pensar que vamos a encontrar soluciones a problemas tan complejos como los de los humanos. He intentado que esto fuera un punto de partida para reflexionar sobre lo que compartimos, pero sin dogmatizar».
Y así es como se explica, por ejemplo, que los animales hagan mobbing. De hecho, ese término se empleó por primera vez en biología para referirse a lo que grupos de pajarillos, como estorninos o córvidos, hacen a otro mucho más poderoso y solitario, como el águila real. Lo hostigan hasta lograr que se marche. «Es un ataque moral. Todo se basa en molestar al águila emitiendo sonidos, agobiándola», dice Fernández.
Más dificil ha sido encontrar, confiesa el autor, ejemplos de altruismo. «Es un rasgo muy humano, pero sí es interesante ver cómo las heridas en un ataque contra el hormiguero se ponen en la entrada para hacer tapón, sacrifican su vida y evitan que las otras tengan que sacar los cadáveres. También está el caso de los murciélagos que chupan sangre: si uno de ellos está enfermo, los otros se la dan de la boca». Con todo, el espectro de emociones y decisiones humanas no es comparable, pero sí, dice el autor, «estaría bien fijarse en los animales. Las hormigas no son inteligentes, pero un hormiguero sí lo es. Es interesante su implicación en los objetivos comunes, su perseverancia, aunque, claro, nadie querría ser una hormiga»
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