“Para mí es absolutamente necesario tener personas que piensen por mí y que a la vez sigan mis órdenes”
George Washington
Magallanes ya tiene sobrada experiencia en esquivar balas. Tiene muy claro quién está en contra y, llegado el momento, no le tiembla el pulso en desactivar al “enemigo”. Como vimos, sus represalias por el motín fueron desproporcionadas, pero sabía que tenía que proceder de manera implacable, aun a costa de provocar el terror en su equipo.
Sabe que la tripulación está al límite, la búsqueda del paso al mar del Sur está suponiendo un durísimo desafío. Nota el ambiente enrarecido y ha aprendido la lección: si no solucionas el problema se hará más grande junto a tu inseguridad. Sabe que Gomes ha votado en contra a continuar la exploración, parece haber acatado la decisión del equipo, pero no habrá que perderle de vista en los próximos días.
La antipatía entre Magallanes y Juan de Cartagena era flagrante, pero ese enemigo ya estaba desactivado. Había mostrado el típico perfil tóxico de los dominadores: ansioso de protagonismo, autoritario, boicoteador… y que suelen esconder una baja autoestima. El ser hijo del obispo Fonseca le hizo sentirse intocable y a prueba de balas. Error.
En el grupo de los “palmeros” o pelotas tenemos a nuestro cronista oficial, Pigafetta. Obviamente, no va a ser una amenaza para Magallanes, pero sí lo será para Elcano. El problema de estos es que desmoralizan al resto, que sienten que el trabajo bien hecho no es suficiente para obtener reconocimiento. Está en las manos de los jefes adulados poner veto a este comportamiento. Sin duda fue un gran apoyo para el capitán, pero una molestia para el resto de la tripulación y un verdadero cáncer para Elcano.
Gomes (o Gómez) responde al perfil tóxico de los trepas sin escrúpulos. Suelen aparecer en la cadena de mando. Son manipuladores y roba- medallas, y no se privan cuando se trata de señalar errores y debilidades del resto.
Es evidente que no estaban todos en el mismo barco… A veces, ni siquiera parecían estarlo en el mismo océano. Cada vez que Magallanes enviaba a la San Antonio en misión de reconocimiento, Gomes se sentía más y más alarmado por los peligros del viaje. Mesquita tenía tan poca experiencia como piloto que él era quien realmente cargaba con toda la responsabilidad a bordo de la nave. Gomes estaba resentido porque Magallanes no quiso nombrarle capitán de la San Antonio tras el motín de San Julián y tuvo que resignarse a ser piloto y, por tanto, subordinado (de un desatalentado… ¡Familiar del jefe, a más señas!).
Y sí, Gomes era compatriota de Magallanes, así que esta vez, la disputa no respondía a la rivalidad hispanolusa sino a una cuestión de envidia. Pigafetta lo recoge en su crónica: “Gomes odiaba muchísimo al capitán general, pues antes de que se armara la flota, el emperador había ordenado que a él se le dieran algunas carabelas con las que descubrir tierras, pero su Majestad no se las acabó dando debido a la llegada del capitán general”. Es decir, Magallanes le eclipsó y supo medrar en la corte gracias a su matrimonio, con lo que el rey se olvidó de Gomes —y su pretensión de dirigir una nave a Molucas— y a este no le quedó otro remedio que resignarse y enrolarse como un simple piloto, para lo que estaba sobrecualificado.
La polémica está servida.