23 de diciembre de 2024
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Una empresa redonda | Experiencia del empleado: team building y motivación del equipo

Una empresa redonda | Experiencia del empleado: team building y motivación del equipo

“La vida es como un viaje por mar: hay días de calma y días de tormenta. Lo importante es ser un buen capitán de nuestro barco”

Jacinto Benavente

3. Tenerife – Bahía de Sepetiva (entre Río de Janeiro y Sao Paulo) Salida el 30 de septiembre de 1519 – Llegada el 13 de diciembre de 1519. Travesía de setenta y cinco días

Después de avistar Sierra Leona, a la altura de Guinea, Maga- llanes pone (¡por fin!) rumbo oeste hacia América. ¡Qué diferente hubiera sido el ambiente a bordo con una comunicación óptima!

Afortunadamente no han sido interceptados por ninguna flota portuguesa.

Se alternan días de calma chicha con terribles temporales que obli- gan a navegar con los mástiles desnudos a merced del viento. Son mo- mentos muy duros (recordemos que la mayoría hacen noche en cu- bierta), el mar ruge embravecido y las tormentas eléctricas producen el fenómeno conocido como “Fuego de San Telmo”. Los marineros necesitan aferrarse a la fe y ven una señal divina: “Durante las horas de borrasca, vimos a menudo el Cuerpo Santo, es decir, San Telmo. En una noche muy oscura, se nos apareció como una bella antorcha en la punta del palo mayor, donde se detuvo durante dos horas, lo que nos servía de gran consuelo en medio de la tempestad”, relata Pigafetta.

Tras las tormentas y galernas siguieron varios días con grandes en- calmadas que condenaron a los navíos a dos semanas al pairo —con las velas gualdrapeando sin apenas avanzar— y hay que empezar a racionar los víveres, iba a ser una larga travesía y no podían despilfa- rrar. Otra decisión impopular.

Al llegar al Nuevo Mundo, deciden continuar el viaje sin tomar tierra hasta doblar Cabo Frío. Magallanes habría avanzado hacia el oeste para sobrepasar el meridiano de demarcación portugués respe- tando el Tratado de Tordesillas. Fondean cerca de la bahía de Santa Lucía en Río de Enero, o Janeiro en portugués, donde permanecen catorce días aprovisionándose y “confraternizando” con las indíge- nas. Los últimos estudios del derrotero apuntan a que se trataba de la bahía de Sepetiba.

Están agotados por la intensidad y exigencia del viaje (se cum- plían dos meses desde la salida de Canarias, doblando ya el tiempo que invirtió Colón en su travesía). Se habían vivido momentos muy duros, de sacrificio y compromiso, los marineros necesitan volver a conectar con el proyecto, fomentar el engagement y el orgullo de pertenencia. Desembarcar cuatro semanas es un dulce paréntesis muy necesario, quizás pueda resultar excesivo el tiempo que están aquí, pero sin duda, es indispensable para optimizar sus resultados “haciendo equipo”. Aquel fue el escenario de sus días más felices: más que team building, aquello parecería una despedida de solteros en Magaluz.

Si analizamos el tejido empresarial actual, comprobamos que la mayoría de las pequeñas y medianas empresas están escasamente profesionalizadas y dirigidas con modelos propios de la era industrial. En un mercado donde el talento y la profesionalización escasean, los perfiles más demandados son cada vez más exigentes con las condi- ciones laborales extrasalariales (conciliación, teletrabajo, RSC, pla- nes de formación). Las empresas van a tener que tomarse muy en serio esa “employee experience” e incorporarla a sus estrategias si quieren atraer o retener el mejor talento posible.

En Brasil se van a reponer de la travesía. Allí descubren sa- bores nuevos como la piña (sin saberlo, Pigafetta le dio nombre al compararlo con el fruto de la conífera), la patata, el maíz y la caña de azúcar. Además, van a conocer los loros, el palo rosa y la jacaranda.

Hay un capítulo entrañable en este puerto que se recoge en la “Crónica de Oliveira” o “Manuscrito de Leiden”. El piloto Juan Lopes Carvalho se encuentra con su hijito mestizo, fruto de una relación mantenida en un viaje anterior —con la compañía ma- derera— hacía siete años. Le llamó Joãozito. Gracias a las políti- cas de conciliación familiar de Magallanes, acaba por embarcarse con su padre, enrolado como criado. También quiso llevarse a su amante, pero Magallanes no lo consintió… Joãozito tendrá el privilegio de ser el primer brasileño en ver Asia.

El manido término de work-life balance ya está muy desfasa- do. Las personas no quieren salir antes del trabajo para vivir…,

¡buscan sentirse vivos en el trabajo!

Magallanes aprovechó para hacer algunos cambios en los mandos: tras la destitución de Cartagena, nombra a Álvaro Mes- quita (inexperto en materias náuticas, pero primo carnal suyo) capitán de la San Antonio, con lo que regresa a su cargo de con- tador Antonio de Coca, contraviniendo las órdenes de la Junta de Indias al poner como capitán a un portugués.

Juan López de Carvalho, no solo pasó de soltero empedernido a padre del año, también fue nombrado piloto de la Trinidad (hasta entonces lo era de la Concepción).

Soñando con encontrar nuevos paraísos, zarparon el 27 de diciembre (verano en Brasil) en busca del paso al otro lado del mundo. 

4. Bahía de Sepetiba – Río de la Plata

Salida el 27 de diciembre de 1519 – Llegada el 11 de enero de 1520 Travesía de quince días

Continúan costeando hacia el sur, rumbo al estuario del Río de la Plata. Era el último reducto conocido en Sudamérica —y tristemente célebre— donde Juan Díaz de Solís (expedicionario sucesor de Américo Vespucio como piloto mayor de la Casa de Contratación) había servido de almuerzo para los indígenas tres años antes. Solís tenía la misión también de encontrar el paso interoceánico.

No está del todo claro qué sucedió para que los expedicionarios españoles formaran parte de la gastronomía local. Sabemos que los guaraníes practicaban puntualmente la antropofagia, pero siempre de un modo ritual y en ceremonias esporádicas, no en salvajes ataques como el descrito por los supervivientes. La práctica del canibalismo tenía connotaciones espirituales, al asimilar el alma de los enemigos y seres queridos también. Probablemente los españoles pudieron haber cometido alguna tropelía que desencadenó el espeluznante final.

Magallanes y sus hombres demostraron un considerable valor cuando se toparon con aquellos indígenas que apenas tenían cono- cimientos del neolítico. El primer contacto fue con un indio curioso que se acercó en barca. Le dieron regalos y le enseñaron metal. Él pareció entender e indicó que su tribu tenía también algún tipo de metal, pero o era vegetariano o no debieron de interesarle lo más mínimo aquellos seres blancos: optó por ignorarlos, regresar con su grupo de no contactados y desaparecer entre la maleza.

Pronto tienen la esperanza de haber encontrado el ansiado paso, de modo que exploran concienzudamente el Río de la Plata e, in- cluso, el río Uruguay durante veintidós agotadores días. Pero el agua siempre es dulce. La tripulación empezaba a inquietarse…, los planes se truncaban.

La búsqueda infructuosa y la presión por los resultados no solo van debilitando la resistencia de la marinería, sino que ponen a prueba la estabilidad de Magallanes. Tuvo que rendirse a la evi- dencia y aceptar una terrible humillación: no había interpretado bien los mapas. En las empresas sucede exactamente lo mismo, los períodos de incertidumbre ponen nerviosos tanto a los empleados como a los accionistas, consecuentemente, bajan los ánimos y las cotizaciones en bolsa.

El paisaje se va volviendo más inhóspito y gélido. Por la noche divisan extrañas hogueras encendidas en las montañas, parecía la antesala del mismísimo infierno. En realidad, se trataba de fogatas de los indios alacalufes o alakaluf o halakwulup (disponían —y ha- cían uso— de yacimientos carboníferos cuatrocientos años antes que Occidente). Aquella visión fantasmagórica regaló el nombre al lugar: Tierra de Fuego.

Fue el final de un sueño y el principio de la pesadilla. ¿Cuánto más habría que bajar? El único que parece disfrutar un poco de la experiencia es Pigafetta, que aprovecha para observar y documentar la flora y fauna del lugar.

Las cifras no engañan, se estima que más del 70 % de los trabajado- res no están comprometidos con el trabajo. La gran mayoría ni está feliz ni descontento, simplemente se dejan llevar (¿conoces la fábula de la rana hervida?), el efecto de la novedad y esas “ganas de darlo todo” cuando estrenaron puesto ya han quedado atrás hace tiempo. Dejamos de valorar muy pronto todo lo bueno que nos ocurre.

Los que abandonan las empresas, aunque no lo confiesen en las en- trevistas de salida, por aquello de dejar siempre una puerta abierta, en su gran mayoría se van decepcionados por el trato recibido por sus jefes. ¿Qué tipo de liderazgo estamos aplicando? ¿Formamos a nuestros managers y directivos en habilidades humanas? ¿Medimos la rotación por departamentos/managers?

Motivación, motivación, motivación. Invertir en ella siempre es ren- table. Las conferencias inspiradoras, los ‘team building’ (bien plan- teados, por supuesto) no son solo actividades recreativas, son he- rramientas muy eficaces de desarrollo dentro de una organización.

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