“El conflicto es inevitable, pero la lucha es opcional”
Max Lucado
Empezó el salseo y la lucha psicológica, Juan de Cartagena (que encarna la xenofobia más vergonzosa) no tarda en enfrentarse a Magallanes y exigirle explicaciones. El barco se va escorando… Ante la negativa de Magallanes a justificar su decisión de cambiar el rumbo, Juan de Cartagena convoca en su camarote de la San Antonio a Luis de Mendoza y Gaspar de Quesada. El veedor real quiere cambiar impresiones con los otros capitanes españoles. Estaban en África, territorio de Portugal, y no camino de América. Cartagena sospecha que pueda estar traicionándolos al llevarlos hacia dominios lusos… o, quizás, ya venía con las indicaciones pertinentes desde tierra para hacer fracasar la gestión del portugués.
Fue entonces cuando las cosas parecieron llegar al límite. Dada la situación, algo tenía que pasar… y pasó. Al caer la noche los comandantes se debían acercar al barco guía, la capitana Trinidad, y dirigirse al almirante con la siguiente frase: “¡Dios vos salve, señor comandante, capitán general, y señor maestro y buena compaña”. Juan de Cartagena se rebela y delega en un marinero el “salve” adaptándolo intencionadamente: “Dios vos salve, señor capitán y maes- tre y buena compaña”. Fue la primera provocación. El desplante, obviamente, incomodó a Magallanes y mandó decir a Juan que le saludase personalmente y llamándole “capitán general”. Cartagena responde que le había saludado con su mejor marinero, y que quizá otro día le saludaría un paje. A los tres días, el macho alfa mantiene el pulso: no acude a salvar.
Magallanes debía neutralizarle cuanto antes: es privado de su ca- pitanía y veeduría y confinado en la San Antonio bajo la custodia de su nuevo capitán, el contador Antonio de Coca. En realidad, había ordenado ante el desacato un humillante cepo en la picota, pero Mendoza pide clemencia al ser un castigo para marineros y delitos menores. Se excedió, fue implacable pretendiendo evitar un motín… y, paradójicamente, lo acabó desencadenando.
Estamos en octubre, casi empezando el viaje, Juan de Cartagena (el representante del rey) ya está con grilletes y todos estupefactos. Desde luego no se había quedado un ambiente como para tirar confeti.
Buen momento para recordar las palabras de Winston Churchill: “Si estamos juntos no hay nada imposible. Si estamos divididos todo fallará”.
Cuando se instaura la cultura del miedo en una empresa, se impone la reactividad en lugar de la proactividad. Se sanciona, degrada o priva de ascensos y bonus. Se activa el modo supervivencia y se bloquean la creatividad, la iniciativa, la colaboración, la comunicación…, no se aportan ideas por temor a equivocarse, cae la productividad y aumenta la rotación.
Cuando hay equivocaciones, se ocultarán los errores o se tratará de echarle la culpa a otro.
Y por supuesto, aparecen el distrés (o estrés tóxico) y la ansiedad
*Vigesimotercer capítulo del libro Un empresa redonda: El viaje de Magallanes y Elcano que cambió el mundo’ escrito por Raquel Sánchez Armán y Jesús Ripoll, fundadores de la agencia de motivación y formación Helpers Speakers.
Raquel Sánchez Armán y Jesús Ripoll, fundadores de la agencia de motivación y formación Helpers Speakers (apasionados de la historia, la navegación, el management y el desarrollo personal), reinterpretan la epopeya de la primera vuelta al mundo desde la perspectiva del management actual. En este libro podremos aprender de los aciertos —y de los errores— de aquellos hombres de hace 500 años, a través de la lección de liderazgo histórico que nos brindan. Embárcate junto a ellos en esta apasionante aventura.
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