Uno de los bancos más importantes del centro financiero de Londres deberá pagar más de un millón de euros a una de sus ex empleadas, que durante años sufrió una campaña “deliberada y coordinada” de acoso por parte de cuatro compañeras. El Tribunal Supremo británico penalizó así a Deutsche Bank por considerar que los jefes de la víctima hicieron la vista gorda ante la situación y no la protegieron, a pesar de que la ex ejecutiva denunció el caso a su superior.
Helen Green, de 36 años, ganaba 45.000 libras al año (66.000 euros) como secretaria en un departamento del banco alemán que, para ella y otras cinco empleadas, resultó ser un “infierno”. Desde su admisión en octubre de 1997 fue maltratada psicológicamente a base de insultos constantes en público, incluso a gritos, desplantes o robo de documentos, que tuvo que llegar a guardar bajo llave. Green tuvo que soportar que la ignorasen, se riesen de ella cada vez que pasaba ante sus agresoras, gritasen que apestaba e, incluso, soltasen pedorretas a cada paso que daba. Un comportamiento infantil más propio de un colegio que de unas ejecutivas de alto rango.
Green explicó cómo el ‘mobbing’ comenzó poco después de empezar a trabajar en Deutsche Bank: “Al principio no quise realizar una queja formal para no crear problemas”, pero “llegó un momento en que no podía hacer otra cosa que quedarme sentada a la mesa y llorar de manera silenciosa”, declaró ante el juez.
Cuando llevaba tres años en esa oficina, tuvo que ser ingresada por una crisis nerviosa, a la que siguió otra un año después, tras la que decidió no volver al trabajo. El juez que ha instruido el caso consideró que Deutsche Bank es responsable de la enfermedad y de la depresión posterior.
La entidad, que además de recompensarla con 817.317 libras (aproximadamente 1,2 millones de euros) deberá pagar los gastos del juicio, no ha emprendido ninguna acción interna, aunque, a estas alturas, sólo una de las agresoras sigue trabajando para la entidad.
La ex ejecutiva, cuya depresión le obligó a abandonar su carrera profesional en la City, trabaja en la actualidad en una ONG y planea dedicarse a la enseñanza después de cursar un doctorado. Su caso ha reabierto el debate sobre la cultura machista que impera en el centro financiero londinense y, según sus abogados, “sentará precedente”. “Luchando por mi caso he descubierto que este tipo de acoso es un gran problema en la City. El mío no es un caso aislado”, afirmó.
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