El enfrentamiento entre Reino Unido y España impidió hoy por segunda vez un acuerdo sobre la directiva de tiempo de trabajo, ya que mientras que Londres exigió el mantenimiento de las excepciones a la jornada laboral máxima de 48 horas semanales, Madrid insistió en la necesidad de eliminar progresivamente este ‘opt-out’.
La última propuesta de compromiso presentada por la presidencia austriaca a las 22:30 horas tras toda una tarde de negociaciones tuvo
el mérito de concitar el rechazo, aunque por motivos opuestos, tanto de España y sus 10 aliados (Francia, Italia, Grecia, Chipre, Portugal, Suecia, Luxemburgo, Finlandia, Hungría y Bélgica) por un lado, como de Reino Unido por el otro.
Viena propuso mantener las excepciones a la jornada laboral de 48 horas semanales y establecer un tope máximo de 65 horas semanales de trabajo, del que quedarían exentos los contratos de menos de 4 meses. Para contentar al bando de España, la Comisión haría una declaración en la que se comprometía a presentar una iniciativa que condujera a la eliminación progresiva del ‘opt-out’.
En nombre de los 11 países que querían eliminar cualquier excepción, Luxemburgo rechazó este compromiso final de la presidencia y propuso una alternativa. Se trataría de incluir dentro del articulado de la directiva, y no en forma de declaración externa, el compromiso de eliminar progresivamente el ‘opt-out’, aunque sin fijar ninguna fecha concreta. Asimismo, este grupo reclamaba que el tope máximo permitido fuera de 60 horas semanales y que se justificara siempre sobre la base de «razones objetivas».
Por parte de Reino Unido, el secretario de Estado de Comercio e Industria, Alistair Darling, consideró «inaceptables» estas modificaciones, y rechazó también el compromiso final de la presidencia porque, de aplicarse, haría que el ‘opt-out’ pasara de ser un «derecho» a convertirse en «una excepción que debe justificarse».
Sólo un número muy limitado de países, entre ellos los bálticos, la República Checa, Dinamarca o Irlanda, aceptaron la propuesta final de Viena, con lo que el ministro de Economía austriaco, Martin Bartenstein, se vio obligado a constatar el fracaso de las negociaciones.
En su discurso final subrayó que mientras haya dos bloques de países enfrentados será «muy difícil» encontrar un compromiso. La misma reflexión fue realizada por el representante de Alemania, que criticó al grupo de 11 países y calificó de «extraordinariamente lamentable» el resultado de la negociación.
Por su parte, el comisario de Empleo y Asuntos Sociales, Vladimir Spidla, consideró también «una lástima» la falta de acuerdo pese a los «grandes esfuerzos» realizados por la Comisión y la presidencia. Pidió a los Estados miembros que «tengan en cuenta sus obligaciones» y expresó su esperanza de que «pronto» pueda encontrarse una solución para aprobar la directiva de tiempo de trabajo.
Durante el debate vespertino, el ministro de Trabajo y Asuntos Sociales, Jesús Caldera, actuó como portavoz de los 11 países para insistir en la «necesidad de poner fin a una excepción contraria a la salud y la seguridad en el trabajo».
En este sentido, consideró «insuficiente» la propuesta de compromiso de la presidencia austriaca porque mantenía la excepción a la jornada laboral de 48 horas semanales y no incluía ningún tipo de «condiciones objetivas» para acogerse a ella, lo que la convierte en «regla general». «Si es una excepción requiere unos criterios rígidos, concretos, tasados».
Asimismo, exigió la presencia en el compromiso final de algún tipo de «periodo transitorio» para la desaparición progresiva del «opt-out», aunque aceptó que éste sea «flexible» y «amplio», e incluso que no figure una fecha final.
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