Un constructor, dos arquitectos técnicos y un gruista se han sentado en el banquillo de los acusados para responder por un accidente laboral ocurrido en el centro de Palma en 2003 que acabó con la vida de un trabajador.
Un juzgado de Palma celebró el juicio contra los cuatro imputados, que están acusados de un homicidio imprudente y de un delito contra los derechos de los trabajadores. El fiscal solicita una pena de dos años de prisión así como una multa de nueve meses a razón de 1.080 euros mensuales para el empresario y los dos aparejadores, mientras que el gruista se enfrenta a una condena de un año de cárcel.
Por su parte, los letrados de la acusación particular reclaman penas de cinco, cuatro y tres años de prisión para el constructor, un arquitecto técnico y el gruista, respectivamente.
Los hechos enjuiciados se remontan al pasado 4 de marzo de 2003. Aproximadamente a las diez de la mañana, Juan Manuel López Tebar, un oficial de primera de 27 años de edad que llevaba dos días trabajando en la obra, falleció en el acto al caerle encima 900 kilos de tablones que se desprendieron de una grúa en el momento en que los estaba trasladando.
El siniestro laboral se produjo en pleno centro de Palma, en el número 10 de la calle Cuesta de Santo Domingo, muy cerca del Parlament.
Las cintas que sujetaban la carga no estaban homologadas y no soportaron el peso, según la acusación, que mantiene que durante esas fechas las obras prosiguieron a pesar de que el plan de seguridad no estaba aprobado. Incluso, el coordinador de seguridad ordenó la paralización de la obra en dos ocasiones, cosa que fue incumplida. Por su parte, el gruista procesado declaró ayer que el día del accidente revisó las cintas y comprobó que eran las correctas. "El operario realizó el paquete y lo enganchó él mismo a la grúa", agregó. El acusado explicó que elevó la carga dos palmos para cerciorarse que era estable y luego volvió a elevarla unos cuatro metros. Mientras desplazaba los tablones se cayó la carga y aplastó al obrero, según su versión.
El hombre añadió que no sabía que el trabajador se encontrara debajo. Por su parte, los aparejadores dijeron que en la obra no detectaron riesgos inminentes y que las normas de seguridad estaban en un tablón al alcance de todos los empleados.
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