La prohibición impuesta por la maestra de besar a un chico de una clase en la que irrumpió, con ímpetu y de pronto, no le sentó nada bien. Tanto, la alumna de 15 años reaccionó con agresvidad: levantó la mano a la profesora en tono amenazante, le gritó que le iba a pegar y que la denunciaría. Finalmente abandonó el centro, entre gritos, sin llegar a agredirla. Pero esta escena de violencia le ha valido a la adolescente una condena por el titular del juzgado de Menores número 2 de Granada por un delito de atentado.
Para frenar los comportamientos violentos contra el colectivo docente, la Justicia ha comenzado a condenarlos como delitos de atentado, y no amenazas o lesiones, 'al considerar a los docentes como funcionarios públicos', señala el abogado José María Hernández-Carrillo, que ha defendido los intereses de la profesora en este caso. De este modo, se añade contundencia a la pena a imponer.
Primeros casos
Hasta el momento, se han conocido las primeras sentencias en este sentido, pero relativas a padres. Pero la agresividad también se da entre alumnos. Por ello, en la jurisdicción de Menores comienzan a aflorar los primeros casos de condenas a adolescentes por este delito de atentado.
La citada es una de las últimas dictadas en este sentido y reprocha penalmente el comportamiento levantisco de la alumna. La escena tuvo lugar en un centro de Primaria de la localidad de Loja, cuando la menor contaba con 15 años. Según recoge la sentencia, la chica irrumpió inesperadamente en el aula, tras golpear previamente la puerta. La profesora, en su papel, le recriminó tal actitud. Pese a ello, 'la menor persistió en su deseo de entrar a la clase con la finalidad de dar un beso' a uno de los chicos que se encontraba en la misma.
Pero la 'prohibición' de la docente desató su ira. 'Se dirigió a ella en tono agresivo, inquiriéndole con la frase: ¿Y eso quién lo dice?'. Luego se adentró en la clase y, además, increpó a otro menor al que acusaba de haber pegado al chico al dijo querer besar. Finalmente, se olvidó de su pretensión inicial para levantarle la mano a la profesora en tono amenazante, 'gritándole que le iba a pegar'. Finalmente, abandonó el centro mientras gritaba: 'Me voy porque quiero, tú no eres nadie para echarme'.
La condena, precisamente, viene a reafirmar la autoridad que la profesora tiene con respecto a la alumna y que ésta no reconoció entonces. Las partes acordaron imponer cien horas de trabajos en beneficio de la comunidad, que estarán orientados a su formación laboral.
Los comentarios están cerrados.