Reyes López todavía no se lo acaba de creer. Después de trabajar durante dos años como azafata del área de Urgencias del hospital de Gandia, se ha quedado en la calle por no hablar rumano. El mismo camino, y por el mismo motivo, ha seguido una compañera, y esos dos puestos de trabajo están ocupados, desde el pasado mes de mayo, por dos ciudadanas rumanas que, lógicamente, hablan el idioma de su país.
El origen de esta historia es una orden de la Conselleria de Sanidad de la Generalitat que, el pasado noviembre, obligó a las empresas que contratan a las azafatas de Urgencias de los hospitales públicos a hablar, «además de valenciano y castellano, otro idioma de la Unión Europea», una medida que justifica en «la mejora de la atención a los pacientes y a sus familiares». Reyes López domina el inglés, una lengua de indudable proyección que permite recorrer el mundo entero, pero la empresa que contrata a las azafatas del hospital de Gandia optó por el rumano. La mujer despedida relata que, con tiempo, ella habría podido aprender cualquier idioma con el fin de conservar su trabajo, pero se le comunicó el despido poco antes de las pasadas elecciones, sin opción a nada. Unos días antes su compañera había seguido el mismo camino.
En el telegrama recibido por parte de la empresa se reconoce que el despido es improcedente, «por no cumplir los requisitos solicitados» por la Generalitat. A las dos trabajadoras se les abonará la correspondiente indemnización, pero eso no ha reducido el grado de indignación por algo que consideran «muy injusto».
Reyes López explica que el caso no es exclusivo de Gandia. En los hospitales de Xàtiva, Ontinyent, Alcoi, Elda, Alicante, Elx y algunos de Valencia, todos ellos de la red de la Generalitat, se han dado despidos por las mismas causas.
El malestar por la actitud de la Generalitat ha sido tal que este periódico ha podido saber que responsables de dichos centros sanitarios se han dirigido a la Conselleria de Sanidad para mostrar su protesta, pese a lo cual el departamento que dirige Rafael Blasco no ha dado marcha atrás.
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