En el año 2000, M. A. F., de 35 años y vecino de Durango, fue contratado como analista programador en la empresa bilbaína Azertia, y pasó a prestar sus servicios en la oficina del BBVA en Sarriko. Allí realizaba su actividad a diario junto a los trabajadores del banco, recibía órdenes de sus responsables e, incluso, planificaba las vacaciones según su calendario.
En 2005, M. A. F., delegado sindical de UGT, solicitó su integración en la plantilla del BBVA, al considerar que se cometía con él una prestación ilegal de trabajador. A partir de ahí, la empresa que le contrató, Azertia, «lo apartó de su puesto y lo marginó», explica su abogado, Jesús López.
Ahora, un juez ha condenado a Azertia con una sanción de 25.000 1 por mobbing, y al BBVA a reintegrar al trabajador en su plantilla.
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