La Audiencia Provincial de Madrid ha condenado a 3 años de prisión a cuatro guardias reales del Cuartel "La Reina", en el Pardo, por abusar sexualmente de una compañera, el 6 de mayo de 2006. Los condenados tendrán que indemnizar con 24.000 euros a la mujer por los daños morales derivados de lo sucedido, que le provocaron un trastorno de la personalidad por inestabilidad emocional.
En su sentencia, a la que tuvo acceso Europa Press, los magistrados de la Sección Vigesimosexta consideran probado que los militares se aprovecharon de que su compañera se encontraba bajo los efectos del alcohol para someterla a diversos tocamientos.
En el relato de los hechos, el tribunal relata que Jesús L.G., César R.G., Francisco Javier C.P. y Jorge P.B., junto con una compañera y otro militar, se dirigieron el 6 de mayo de 2006 a su acuartelamiento después de haber salido a tomar unas copas.
Según la sentencia, la joven se tumbó en las piernas de tres de los acusados que iban en la parte trasera del coche, quienes, junto con el conductor, "se aprovecharon del estado se embriaguez de la chica y, pese a su oposición y forcejeo, comenzaron a tocarle las nalgas, los pechos y zonas íntimas".
TRASTORNO DE PERSONALIDAD
El conductor del vehículo, Jesús L.G., animaba al otro militar que no intervino en los hechos a tocar a su compañera, pero éste le ordenó parar para que la chica se bajara. Seguidamente, pidió a la joven que fuera con él en la parte delantera del coche, como hizo hasta la llegada al cuartel.
A raíz de estos hechos, la agredida sufrió un estado depresivo que le causó una baja laboral, así como su ingreso en un centro psiquiátrico. Se le diagnosticó trastorno de la personalidad por inestabilidad emocional.
Durante su declaración, la víctima manifestó que "entre todos" decidieron que ella fuera tumbada en las piernas de los tres guardias reales que estaban en la parte trasera del coche "porque no había otro sitio" y para que no les "pillara la Policía".
"Me tumbé y en un momento dado empecé a notar manos por mis pechos, por la zona púbica, por las piernas, por todos lados. Recuerdo un montón de manos, de los chicos de atrás y del conductor, y yo forcejeaba para impedir que me metieran mano y les pedía que pararan el coche porque me quería bajar", relató la joven.
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