El de hoy es mi último artículo de esta temporada y me van a permitir que no tratemos sobre una cuestión práctica, ni sobre la aplicación de una sentencia de los Tribunales para esta cuestión.
En el día de hoy, con la legislatura casi agotada, a expensas de si se aprueba o no el Estatuto del Becario, y ante unas nuevas elecciones generales, me gustaría hacer una reflexión sobre lo que hemos tenido que vivir ¿sufrir? estos años, los que nos dedicamos al ámbito laboral, tanto en la parte jurídica, como la administrativa o la de dirección de personal, Recursos Humanos o relaciones laborales.
Esta reflexión no se centra en si las medidas y las decisiones tomadas por el gobierno estos años han sido o no acertadas, de si benefician o no al mercado de trabajo, a los trabajadores o a las empresas, sino que se trata de la forma de legislar.
Creo sinceramente que la llegada de la pandemia de la COVID 19 nos hizo ver que los nuevos responsables del Ministerio de Trabajo no estaban lo suficientemente preparados para afrontar el reto de llevar a cabo las modificaciones legislativas necesarias para hacer frente a dicha pandemia.
En aquella época fueron tan constantes los cambios de normativa, las remisiones de unas leyes a otras, de otras a las unas, las disposiciones transitorias, las finales en leyes o reales decretos que nada tenían que ver con el ámbito laboral etc, las publicaciones y republicaciones en el BOE.
Todo esto conllevó en aquel momento una cierta indefensión a la hora de poder contestar con celeridad a nuestros clientes, los cuales nos pedían constantemente aclaraciones de cómo estaba la situación y como podían solucionar sus problemas, no solo por los constantes cambios sino por las múltiples interpretaciones que podían derivarse del texto de los reales decretos o de las leyes aprobadas y publicadas, prueba de ello han sido las constantes sentencias contradictorias de los Juzgados de lo Social y Tribunales Superiores de Justicia.
En esta legislatura también hemos tenido nuestra reforma laboral, que en determinado momento denominé como el famoso “parto de los montes” porque se esperaba algo mucho más amplio y consistente de lo que realmente fue, a pesar de toda la propaganda del Gobierno y de su ministra de trabajo.
Ha sido la legislatura de los parches, la modificación del Estatuto de los Trabajadores, no por medio de una gran reforma laboral, sino con continuos cambios en otro tipo de leyes como la de Igualdad, la de empleo, trans, etc..
Ha sido la legislatura de leyes muy regulatorias en el sentido de regular absolutamente todo, lo que ha conllevado en algunas ocasiones el efecto contrario de lo que se pretendía. El ejemplo más claro de esto es la Ley del Trabajo a Distancia. Antes de la publicación de la Ley y debido a la pandemia de la COVID 19, tanto las empresas como los trabajadores habían conseguido que el teletrabajo funcionara de forma natural y sin mayores problemas. Tras la publicación de la Ley, al ser esta tan reguladora, está conllevando que cada vez más empresas piensen en un retorno al trabajo presencial, es decir, hay una ley que desbarata en cierta medida aquello que ya estaba funcionando.
No sé que pasará a partir del 23 de julio, pero tanto si sigue el mismo gobierno como si entra uno de sentido contrario, tengo claro que habrá que hacer nuevas leyes, nuevas reformas. Espero que haya alguien con el criterio suficiente para legislar y huir de esta legislatura de auténtica locura.