La industria del calzado vulnera los derechos laborales de sus proveedores, según se desprende de las conclusiones de un informe realizado por la campaña ‘Cambia Tus Zapatos’, que evalúa a 23 empresas europeas y las medidas que adoptan para garantizar el respeto de los derechos humanos en sus cadenas de producción.
Los datos de la investigación demuestran que las empresas de calzado tienen que «esforzarse más» para evaluar sistemáticamente los riesgos de su actividad empresarial y poder garantizar que se respetan los derechos laborales y humanos a escala mundial.
Desde la Federación de Industrias del Calzado Español (FICE), han adelantado a Europa Press que el tema se está valorando desde Confederación Europea del Calzado, que presumiblemente lo debatirá en su próxima reunión, que tendrá lugar después del verano, para el mes de octubre.
Por su parte, los autores del documento consideran que «queda mucho por hacer» en el sector, sobre todo respecto a cuestiones como el pago de salarios dignos, la salud y la seguridad laboral, la libertad sindical, la transparencia y la rendición de cuentas ante la ciudadanía por lo que reclaman a las empresas del sector que «se pongan al día con su responsabilidad social y que dejen de pisotear los derechos humanos y laborales».
‘Cambia Tus Zapatos’ es una campaña internacional que trabaja para mejorar las condiciones sociales y ambientales en las curtidurías, fábricas, talleres y hogares en los que la producción de calzado de cuero se lleva a cabo. El consorcio de esta campaña está formado por 15 organizaciones de Europa y tres de Asia; y defiende que los trabajadores de la industria del calzado tienen derecho a un salario digno y a la protección de la salud y la seguridad en el trabajo, al tiempo que reclama para los consumidores productos seguros.
Así, el informe demuestra que los fabricantes de calzado «no están cumpliendo con su obligación de aplicar la debida diligencia en derechos humanos (DDDH) a lo largo de la cadena de suministro» y añade que el sector «no puede quedarse al margen», por lo que pide que evolucione «al mismo ritmo que la sociedad y la demanda de productos sostenibles».
El documento aboga por identificar los impactos negativos sobre los derechos humanos y destaca que la estructura de la cadena de suministro de la mayoría de empresas analizadas permite la aplicación de medidas efectivas de debida diligencia. Asimismo, indica que es responsabilidad de todas las empresas –grandes y pequeñas– ya que depende de las características de su cadena de suministro y no de su tamaño.
En este sentido, ve «preocupante» que ninguna empresa disponga de procesos y prácticas empresariales de carácter integral que permitan detectar los impactos negativos (existentes y potenciales) sobre los derechos humanos ya que, a su juicio, para poder prevenir y corregir un problema, primero hay que detectarlo.
También considera «arriesgado» que las marcas se centren en la relación contractual con un proveedor directo en lugar de analizar las vulneraciones existentes o potenciales más importantes de los derechos laborales y humanos en los países productores y estima «problemático» que las empresas no sean capaces de detectar a los grupos más vulnerables, como migrantes y personas que trabajan en su domicilio, con el objetivo de darles la protección necesaria.
El documento añade que algunas marcas desconocen las empresas que integran las cadenas de subcontratación y no saben qué curtidurías producen el cuero necesario para el calzado, y precisa que la mayoría de empresas no dispone de mecanismos independientes y eficaces para gestionar las denuncias de incumplimiento con los criterios sociales.
Además, aunque todas las empresas evaluadas reconocieron en cierta medida el empleo de sustancias peligrosas, se centran en proteger el medio ambiente y a las personas consumidoras, y no a las trabajadoras, al tiempo que alerta de un riesgo muy elevado de no detectar las vulneraciones de la salud y seguridad laboral en las curtidurías.
ADAPTAR PRÁCTICAS EMPRESARIALES Y RENDIR CUENTAS
Por todo ello, pide adaptar las prácticas empresariales para poder prevenir y reducir las vulneraciones de los derechos humanos pues califica de preocupante que para la mayoría de empresas las auditorías
sean el único método para garantizar el cumplimiento de los criterios de responsabilidad social y recuerda que la experiencia de la industria de la confección demuestra que estas auditorías no bastan para evaluar globalmente a las fábricas.
Los autores del documento también han detectado que las marcas casi no colaboran con otras partes interesadas en estas cuestiones, requisito previo para poder introducir cambios estructurales que beneficien a las personas que trabajan en la cadena de suministro y afirman que para promover cambios a largo plazo, las empresas deben incluir la participación de colectivos locales en las acciones de monitoreo en las fábricas (personal, sindicatos y ONG).
Asimismo, considera que la externalización de la responsabilidad social a los proveedores es preocupante ya que «para lograr cambios estructurales es necesario que las marcas colaboren con sus socios comerciales y, sobre todo, que asuman parte de los gastos». El estudio revela que, a menudo, las auditorías se complementan con planes de acción correctiva y que, en general, la responsabilidad de ejecutar estos planes recae sobre los proveedores.
Otro fenómeno «preocupante» es que las marcas de calzado no promueven activamente ni la libertad sindical ni los convenios colectivos y denuncian que no se han realizado «acciones creíbles» para garantizar que las personas trabajadoras perciben un salario digno: no hay ninguna empresa que se haya comprometido públicamente a implementar un plan de acción que exija a todos los proveedores el pago de salarios dignos.
El informe hace hincapié en la importancia de rendir cuentas sobre cómo se han abordado los impactos negativos sobre los derechos humanos y lamenta el escaso nivel de transparencia del sector pues sólo 12 de las 23 empresas analizadas han respondido al cuestionario.
En 2014, se produjeron un total de 24.000 millones de pares de zapatos. Ese mismo año, esta industria creció un 8%. El 88% de la producción mundial procede de Asia, con China como líder destacado (el 64,6% de los zapatos del mundo se fabrican en este país). En cuanto al consumo mundial, el mercado del continente europeo representa el 17%, lo que lo convierte en el segundo más importante.
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