En la búsqueda de facilitar el aprendizaje y mejorar la experiencia educativa para estudiantes y docentes, son cada vez más las instituciones que optan por espacios de aprendizaje activos: entornos que fomentan mejoras en la comunicación, la creatividad, el pensamiento crítico y la colaboración, y que aumentan la motivación de alumnos y profesores.
Un reciente estudio global llevado a cabo por Steelcase, multinacional líder en España en transformación de espacios, muestra que las aulas de aprendizaje activo no solo elevan de manera significativa el compromiso de los estudiantes, sino que también impulsan su motivación en un 43%. Además, se ha constatado un aumento del 52% en los niveles de creatividad de los alumnos en comparación con las aulas tradicionales.
«El aprendizaje es clave en la gestión del talento y en cualquier fase del proceso educativo. Por este motivo, en Steelcase trabajamos para desarrollar nuevas experiencias que doten tanto a los alumnos como a los profesores de herramientas y espacios que impulsen la innovación y la excelencia en el desarrollo formativo”, ha señalado Alejandro Pociña, presidente de Steelcase Iberia.
En un contexto donde el entorno híbrido se manifiesta como una certeza, la implementación tecnológica en estos espacios es fundamental. Aulas con pantallas virtuales móviles y herramientas para generar y compartir contenido son algunas de las soluciones que Steelcase propone para permitir una colaboración activa, garantizando igualdad en la participación entre los presentes físicamente y los que se conectan desde otro lugar.
Para ello, es primordial diseñar el espacio teniendo en cuenta el rango de visión de las cámaras para que las personas y el contenido puedan ser vistos por los participantes remotos. Además, la inclusión de herramientas como sistemas de colaboración de vídeo permiten a los profesores moverse libremente por la sala mostrando múltiples tipos de contenido y material a los estudiantes.
En esta línea, es necesario potenciar la capacidad de adaptación de los espacios. Sobre todo, a la hora de crear entornos que apoyen las necesidades cognitivas, físicas y emocionales de los alumnos. Por este motivo, es importante potenciar aspectos como su flexibilidad. Un ejemplo son las transiciones entre diferentes formas de enseñanza y aprendizaje y la utilización de diferentes herramientas pedagógicas orientadas a la nueva realidad tecnológica, como aulas virtuales, videoconferencias o foros de debate online, entre otros.
Para ello, se deben incluir elementos que permitan a estudiantes y profesores reconfigurar fácilmente el espacio según sus necesidades. Un ejemplo son los espacios maker, entornos diseñados para desarrollar proyectos en equipo, que permiten a los alumnos ser parte del espacio para ver qué funciona y qué no, mientras que desarrollan su creatividad y curiosidad.