La vuelta al cole ya no se limita a libros de texto y mochilas. La tecnología desempeña un papel fundamental en la educación de los más jóvenes, y no solo en términos de nuevos formatos de estudio, como las tablets o pizarras digitales que están reemplazando al cuaderno y la pizarra tradicional. Según un informe elaborado por el Ministerio de Educación y Formación Profesional, un 68,6% de los centros educativos (tanto públicos como privados) cuenta con un entorno virtual de aprendizaje y un 71,5% con servicios en la nube.
Este impacto tecnológico también está presente en las actividades extraescolares, gracias a una oferta educativa más amplia. Tal y como recoge un último informe elaborado por el Instituto de Evaluación del Ministerio de Educación, 9 de cada 10 alumnos de enseñanza obligatoria están apuntados a alguna actividad extraescolar, pero las posibilidades ya no se limitan a las actividades comunes como el fútbol, el baloncesto, el baile o las clases de inglés. Los niños tienen ahora la oportunidad de adentrarse en campos más amplios como la robótica, el diseño en 3D, la programación y la creación de páginas web. A través de estas experiencias, aprenden a crear y entender el entorno digital y a explorar conceptos tecnológicos, al mismo tiempo que desarrollan habilidades interpersonales fundamentales; las soft skills. Estas habilidades blandas no solo los enriquecen en su etapa educativa, sino que también les brindan valiosos recursos para garantizar su éxito en su vida tanto personal como profesional.
“En IMMUNE, vivimos al máximo la tecnología. Somos una comunidad viva de conocimiento donde las ideas y las personas son el principal motor de crecimiento. Para ello, contamos con Young Immuners, un programa extraescolar enfocado a acercar a los más jóvenes el mundo de la tecnología, donde tratamos materias como la programación, la inteligencia artificial, la electrónica, los videojuegos y la ciberseguridad. Además de las competencias técnicas, los alumnos desarrollan sus soft skills a través del trabajo en equipo y la comunicación. El objetivo es obtener una visión amplia de la tecnología y desarrollar las habilidades necesarias en este ámbito” señala Alan Gómez, psicopedagogo y responsable de admisiones de este programa en IMMUNE Technology Institute.
Teniendo en cuenta cómo las actividades extraescolares impulsan el interés de los alumnos en nuevas materias y les ayudan a explorar sus competencias, desde IMMUNE Technology Institute, han relacionado estas actividades cada vez más demandadas con las soft skills potenciadas en cada una de ellas:
- Robótica y trabajo en equipo: esta ciencia que recoge varias ramas de la tecnología también trata el lenguaje y el trabajo con el resto de los compañeros. No solo se trata de construir robots a través de conocimientos técnicos, sino de una disciplina que permite a los alumnos desarrollar habilidades de comunicación y cooperación mientras se implican juntos en la creación de estas máquinas. Además, trabajar en un equipo de robótica conlleva comunicarse de manera clara y efectiva. Los estudiantes deben ser capaces de expresar sus ideas, escuchar las sugerencias de los demás y llegar a acuerdos sobre decisiones importantes.
- Diseño 3D y creatividad: se trata de una manera de fomentar la creatividad y adquirir habilidades valiosas en la creación de modelos tridimensionales digitales. El diseño 3D abarca una amplia gama de aplicaciones, desde la creación de personajes y entornos para videojuegos hasta la fabricación de productos. Y es que trabajar en un entorno como este permite la creación de formas, objetos y mundos que antes solo existían en la mente del creador. Esto impulsa la exploración de la imaginación y la expresión del alumno a través de la visualización.
- Programación de aplicaciones y resolución de problemas: acudir a este tipo de clases permite al alumno no solo aprender a crear un software interactivo, sino también a desarrollar habilidades imprescindibles como la resolución de conflictos. La programación requiere abordar situaciones complejas dividiéndolas en problemas más pequeños y manejables, por eso, en este contexto, la programación mejora las habilidades analíticas y de resolución de problemas, ya que los estudiantes aprenden, al interactuar con compañeros, que hay diferentes formas de abordar estas situaciones y a solucionarlas, fomentando así el pensamiento creativo y la capacidad de considerar múltiples enfoques.
- Desarrollo web y pensamiento estratégico: el desarrollo web implica una serie de decisiones críticas que afectan tanto la apariencia como la funcionalidad de un sitio. La planificación de la estructura, el diseño de la experiencia del usuario, la selección de tecnologías y la estrategia de contenido son algunos de los elementos claves que los profesionales deben hacer frente cuando se implican en un proyecto de este tipo. Una ocasión para estimular en los estudiantes la capacidad de pensar estratégicamente, lo que les permitirá establecer vínculos entre conceptos, estrategias y personas que pueden pasar desapercibidos para otros.