Un cambio en la educación es necesario. Con el paso de los años, son cada vez más los padres, alumnos e, incluso, profesores que piden la implementación de la educación emocional en los colegios e institutos, pues, a día de hoy, no está presente ni en el 5% de los centros españoles.
“En periodos tan importantes para el desarrollo personal como son la niñez y la adolescencia, la figura de los profesores cobra un rol especial, pues juegan una parte fundamental en el desarrollo de las competencias emocionales y sociales de los niños”, explica la fundadora de KitCo, Elsa Giménez-Buendía.
La experta advierte sobre la falta de carácter innovador en el sistema educativo español y la necesidad de invertir en proyectos que implementen de forma activa la llamada educación emocional. En este sentido, las cifras recogidas en el ‘Estudio Nacional sobre educación Emocional en los Colegios de España (2021)’ hablan por sí mismas: solo el 5% de los colegios en España -6,5% de los centros públicos y un 2,3% en privados y concertados- incluyen educación emocional en su proyecto educativo.
Falta de formación
Este problema es recurrente también entre los docentes, pues, según recoge el mencionado informe, el 94% de los mismos reconoce que formarse en educación emocional les permitiría mejorar como profesionales, en especial después del coronavirus, que agravó e hizo florecer los problemas de salud mental entre la población, principalmente ansiedad y depresión.
“Si queremos seguir progresando como sociedad, un cambio estructural es necesario, pues serán estas nuevas generaciones las encargadas de liderar la nueva ola de pensamiento en el modelo educativo, donde el aprendizaje de emociones y el fortalecimiento de valores aparecen como pilares”, afirma Giménez-Buendía.
Para la experta en ‘coaching’, las claves de esta transición educacional pasan por ir un paso más allá de lecciones y libros de texto, apostando por la llamada “educación del ser”. “En definitiva, un modelo basado en el autoconocimiento, el desarrollo personal y la inteligencia emocional que permita a los jóvenes aprender a ser y aprender a convivir”, concluye.