24 de noviembre de 2024
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Claves para reducir la brecha de género a través de la formación

Claves para reducir la brecha de género a través de la formación

  • A pesar de que las jóvenes son mayoría en el sistema universitario, sigue existiendo una gran brecha de género en la elección de los diferentes grados universitarios y Formación Profesional.
  • Según los datos más recientes recogidos por el Ministerio de Educación (curso 2019-2020), las mujeres tienen una presencia de un 72% en enseñanzas de Régimen General no universitario, cayendo al 42% en las de estudios universitarios.

Una de las características por la que es conocida la docencia es por ser una profesión históricamente ejercida por mujeres. Según los datos más recientes recogidos por el Ministerio de Educación (curso 2019-2020), las mujeres tienen una presencia de un 72% en enseñanzas de Régimen General no universitario, cayendo al 42% en las de estudios universitarios. Es positivo el cambio en el porcentaje de mujeres con altos cargos en los centros educativos, 15 puntos más que hace 10 años, ocupando el 66% en puestos directivos.

Sin embargo, a pesar de que las jóvenes son mayoría en el sistema universitario (el 55’6% del total), sigue existiendo una gran brecha de género en la elección de los diferentes grados universitarios y Formación Profesional. Mientras las mujeres son mayoría en estudios como Educación (78%) o Salud y Servicios Sociales (72%), el porcentaje cae significativamente en estudios como Informática, Matemáticas o Ingenierías. Y no solo eso, los datos informan de que esta brecha ha ido aumentando en las dos últimas décadas.

Según los datos recogidos en el mayor estudio sobre brecha de género, a principios de los años 2000 el porcentaje de mujeres en grados de Informática era de un 27%; actualmente, ocupan un 10%. Lo mismo ocurre con la carrera de Matemáticas, donde a principios de siglo las mujeres eran más de la mitad del porcentaje de estudiantes y ahora ocupan tan solo un 36%. La presencia de las mujeres en estudios universitarios también ha caído en carreras como Física, Estadística o Telecomunicaciones.

“Los datos informan de que, a pesar de los cambios sociales y educativos a favor de la igualdad, siguen existiendo prejuicios y condicionamientos de género en la elección de los estudios y futuro laboral de los jóvenes. El trabajo a realizar empieza en la Educación Primaria, que es donde ya aparecen en las niñas sentimientos de mayor inseguridad hacia las matemáticas. Debemos ofrecer oportunidades para desarrollar el talento de cada niño y niña, superando las barreras que se puedan crear a través de los estereotipos de género. Cada niña, cada niño, podrá aprender a conocerse mejor, a confiar en sí mismos para afrontar retos y poder elegir con libertad, buscando aquello que les apasione”, explica Ana Herrero, orientadora en Brains International School.

Claves para reducir la brecha de género

Las desigualdades de género vienen claramente marcadas por ciertos clichés que se han ido desarrollando desde la infancia hasta la edad adulta. Algunas de las claves, para comenzar desde el ámbito educativo a desarrollar actitudes y comportamientos igualitarios, son las siguientes:

  • Una educación basada en la igualdad. La equidad es uno de los principios básicos de la coeducación. Tanto la igualdad efectiva de oportunidades entre hombres y mujeres, como el reconocimiento de la diversidad afectivo-sexual, así como superar los comportamientos sexistas son claves para llevar a cabo una educación igualitaria. Según datos de la UNESCO, el porcentaje de niñas sin escolarizar es mayor que el de niños. Algunos de los motivos que impiden a niñas y mujeres ejercer su derecho a la educación son la pobreza, aislamiento geográfico, pertenencia a una minoría, violencia de género o embarazos precoces.
  • Eliminar estereotipos de base. Combatir los estereotipos de género es otro de los grandes retos sociales a los que nos enfrentamos, ya que estos son una de las mayores causas de desigualdad. Estos estereotipos vienen marcados por las normas sociales que se han fijado tanto para mujeres y hombres como para niños y niñas. Estos limitan nuestras aspiraciones, elecciones e incluso la libertad individual. Entre los ejemplos de estos estereotipos se encuentran las carreras universitarias, relacionando las profesiones de ayuda y cuidados con lo femenino, y las carreras de ingeniería y técnicas, con lo masculino.
  • Formar parte de las iniciativas STEAM. Con motivo del Día Internacional de la mujer y la niña en la ciencia, el Ministerio de Educación y Formación Profesional presentó el pasado mes de febrero `La Alianza STEAM, por el talento femenino. Niñas en pie de ciencia´. Formar parte de este tipo de iniciativas ayudan a cambiar la visión de carreras como la tecnología o las matemáticas, dando a las niñas y las adolescentes un papel activo y protagonista en estos ámbitos científicos y tecnológicos.
  • Introducir referentes femeninos. Uno de los principales problemas de los currículos educativos hasta el momento ha sido la ausencia de referencias y representantes femeninas. Durante décadas hemos enseñado la Historia, la Ciencia o el Arte, creado y protagonizado por hombres. Sin embargo, la presencia curricular de grandes figuras femeninas es un importante estímulo que puede inspirar a las más jóvenes. En este sentido, es necesario conocer el trabajo y contribución de mujeres como Victoria Kent, Clara Campoamor, Marie Curie o Margarita Salas. 

 

“La clave fundamental para limitar la brecha de género es educar en igualdad y eliminar los condicionamientos que nos limitan en todos los espacios educativos, promoviendo programas de desarrollo emocional y social y trabajando el pensamiento crítico, y con el inicio temprano en los primeros cursos de la ESO de la Orientación Académica y Profesional.  Fomentar valores en la escuela como el compromiso, la cooperación o la responsabilidad tanto individual como colectiva es un aprendizaje de los niños y las niñas que puede ayudar a reducir en el futuro la brecha de género que en este momento afecta a las mujeres a nivel laboral, por ejemplo, por los problemas de conciliación familiar”, concluye Ana Herrero.

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