En la década de los 90 se creía que, si no habías empezado a aprender un idioma en la época escolar, ya no valía la pena ponerse a estudiar. En la edad adulta se tendrían muchos compromisos y responsabilidades, como una larga jornada laboral, y la mente no absorbería nuevos conocimientos con tanta facilidad. Sin embargo, los años han demostrado que un adulto sigue siendo capaz de aprender un nuevo idioma, aunque encontrará retos (y también ventajas) en su camino.
En Berlitz el porcentaje de estudiantes de más de 25 años ha aumentado un 32% entre el 2010 y el 2020. Los idiomas más demandados por estos estudiantes son inglés, francés, alemán y español. En nuestras escuelas contamos con grupos reducidos de alumnos de la misma edad, de manera que podemos adaptar las herramientas de estudio a cada situación, tanto se trate de clases online como presenciales.
Empezar a estudiar un idioma al mismo tiempo que se trabaja a tiempo completo es todo un reto: no tenemos las mismas habilidades cognitivas que los niños ni las mismas motivaciones y probablemente estemos un poco oxidados en cuanto a técnicas de estudio y exámenes, por no hablar del poco tiempo libre fuera del horario laboral que se puede emplear para estudiar. De hecho, muchos de mis estudiantes el primer día de clase dicen que hace bastantes años que no realizan ningún tipo de examen.
Pero que haya algunos inconvenientes no quiere decir que sea imposible estudiar un idioma al mismo tiempo que se trabaja 8 horas diarias. Además, si bien es cierto que los niños tienen algunas ventajas a la hora de aprender, los adultos tienen otras diferentes. Por ejemplo, los niños tienen una mayor capacidad de memorización, pero un adulto puede mantener la concentración durante más tiempo. La experiencia también permite a los adultos entender palabras gracias al análisis del contexto.
Para un adulto, estudiar un idioma genera numerosos beneficios en el día a día, como el desarrollo intelectual que realizamos a partir de todos los esfuerzos por captar formas gramaticales desconocidas, sonidos y palabras nuevas, lo que hace que ejercitemos el cerebro. También se trabaja la memoria, que se fortalece a medida que aprendemos nuevos conceptos que después ponemos en práctica.
Como hemos visto, aprender un idioma en la edad adulta es posible, pero siempre y cuando adaptemos los métodos de aprendizaje a la edad de los estudiantes. No podemos utilizar los mismos recursos y herramientas que en los grupos de estudio de adolescentes, ya que niños y adultos aprenden de manera diferente. Estos son algunos consejos para todos aquellos que ya están en edad de trabajar y se plantean estudiar un idioma:
- Saca partido al autoconocimiento: Con los años las personas nos vamos conociendo mejor, de modo que sabemos qué técnicas de estudio nos funcionan según nuestra personalidad y habilidades.
- Utiliza recursos adaptados a tu edad y gustos, dentro y fuera de clase: A veces se utilizan los mismos materiales para adultos que para los grupos de adolescentes, algo no recomendable ya que cuanto más se adaptan los recursos a los estudiantes, mejores son los resultados.
- Aprovecha el tiempo de ocio para seguir practicando: si te gusta la jardinería, pintar o leer, puedes aprovechar esas actividades para disfrutar de tus libros favoritos en el idioma que quieras aprender o ver videos relacionados con esos temas en ese idioma concreto. ¡Nada mejor que aprender sin darse cuenta!
- Busca alguien con quien practicar: Amigos, compañeros de clase o de trabajo… Es fundamental contar con alguien con quien poder practicar el idioma fuera de clase. Con suerte, alguien estará estudiando el mismo idioma que tú y si no siempre puedes recurrir a las plataformas de tándems (donde encontrar una pareja lingüística con quien practicar).
- Viaja, cuando sea posible: Aunque en la actualidad viajar ya no es tan fácil como antes y es indispensable seguir todas las medidas de precaución de las autoridades, pasar unas semanas en un país extranjero refuerza notablemente todo lo aprendido.
- Aprende a gestionar tu tiempo: Puede que al principio parezca imposible que trabajo, ocio, descanso y estudio quepan en el mismo día, pero si uno se organiza correctamente y sobre todo, si se escoge un curso que se adapte a su situación particular, no tiene por qué generar estrés.
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