La transformación digital que ya se venía gestando en el ámbito educativo se ha visto acelerada por la situación generada por el COVID-19. Y es que, durante el período de confinamiento, y ante el cierre de los centros de formación, la tecnología se presentó como la única alternativa para trasladar conocimiento. La previsión es que las herramientas tecnológicas sigan jugando un papel fundamental en este ámbito, aunque siempre de la mano del factor humano (profesores, tutores, coordinadores…), para que la experiencia sea impecable.
Factores como la presencialidad de los alumnos o el esquema tradicional de profesor, alumno y cuaderno han dejado de ser la “norma” ante un sistema educativo que se adapta a las circunstancias en cada situación y a lo que demandan los usuarios en el entorno digital. Por su parte, la tecnología pasará de ser un “valor añadido” a convertirse en la pieza clave para trasladar conocimiento, sobre todo, en la situación actual.
Este panorama también forzará a tener una formación continua en el ámbito profesional o business. La empleabilidad profesional a partir de los 35 años desciende un 8% cada año, según un informe de TalentWorks publicado en 2018. Una cifra que es probable que aumente en 2020 debido a la situación de incertidumbre laboral y de crisis económica que está por venir.
“La nueva normalidad ha hecho necesario un planteamiento educativo totalmente distinto, en el que las metodologías en formación deben poder adaptarse ante la volatilidad del entorno actual. La tecnología ha permitido seguir con el desarrollo de los programas durante los últimos meses y seguirá impulsando la formación del futuro”, explica Ana Delgado, Chief Education Officer de The Valley.
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