26 de diciembre de 2024

Cualidades que piensas son de buen profesional, pero estás equivocado

Es común que en una entrevista de trabajo se pregunte al candidato cuáles son las cualidades que considera que le hacen la persona ideal para el puesto. Incluso a veces, los entrevistadores reclaman que uno se autodefina como profesional, en varias palabras. 

A lo que parecen unas simples preguntas, para conocer cómo eres y qué piensas que es lo mejor de ti, no pueden darse respuestas a la ligera. Según explica Gonzalo Martínez de Miguel, director de INFOVA, de las cualidades que quieras ensalzar y cómo sepas “venderlas” depende desde un posible empleo o un ascenso, hasta la imagen que tengas dentro de la compañía y, por ello, tu futuro y bienestar laboral. 

“Hay profesionales que impulsan a las empresas, como los que son buenos jugadores de equipo, los que tienen capacidad de adaptación, habilidades de comunicación, de autoaprendizaje, vocación de servicio, de liderazgo…etc.” comenta el director de INFOVA. También hay personas que optan por demostrar aptitudes que consideran son de buen profesional, pero en realidad generan dudas sobre su forma de trabajar. “Pueden que hayan estado bien vistas y muy buscadas en otra época, pero en la actualidad los profesionales optan por adjudicárselas y hacer gala de ellas, y no están haciendo lo más correcto” comenta. Por esto, según explica el experto, se debe desterrar: 

– El perfeccionismo. En muchas ocasiones el candidato dice “perfeccionista” y su interlocutor escucha “rígido, poco flexible”. Esperar que todo sea perfecto, supone la búsqueda de algo que no existe. Un perfeccionista siempre encuentra faltas a su trabajo, por este motivo suelen ser personas cuya ansiedad y frustración es constante. “Nada recomendable” afirma. 

– La persistencia. El entrevistado dice “perseverante” y su interlocutor escucha “obstinado”.

Se dice que el que la sigue la consigue, puede que sea cierto. Pero según Martínez de Miguel el problema es cuando para conseguir un objetivo se tropieza varias veces con la misma piedra y no se es capaz de enfocar el recorrido hacia la meta, de otra manera. Perseverar en algo centrándose sólo en el fin, impide darse cuenta de si se está eligiendo el camino equivocado, se pierde además la capacidad de cuestionar y de escuchar alternativas. 

– La sobre-dedicación. El entrevistado quiere hacer alarde de compromiso y su interlocutor escucha cierta predilección por “calentar la silla”.

Es una necesidad que las personas estén comprometidas con la empresa, pero una cosa es el compromiso y otra la dedicación, en el sentido de hacer del trabajo el único motor de la vida. Todavía existen profesionales que ven con buenos ojos a aquellos que exceden por sistema su jornada laboral y se jactan de las horas que pasan en la oficina. 

– La seguridad. El entrevistado quiere vender “seguridad” y su interlocutor percibe “arrogancia”. Esta excesiva confianza en uno mismo no debería llevarnos ha desaprovechar los puntos de vista o las ideas de los demás. “Por muy buen profesional que sea uno, debe dar la oportunidad a otros para que hacernos recapacitar y valorar si estamos escogiendo la mejor opción” advierte. 

– La modestia. El entrevistado quiere exhibir “humildad” y su interlocutor percibe “baja autoestima”. Existen muy buenos profesionales con capacidades y curricula brillantes pero en su afán de quitarse méritos y no darle valor a sus logros dan una sensación de falta de confianza en si mismos y en sus capacidades. 

– El control. El entrevistado quiere vender “responsabilidad” y su interlocutor escucha “necesidad de ser imprescindible». En un equipo el trabajo el resultado no sólo depende de uno mismo, pero tampoco se puede pretender llevar permanentemente el control de lo que está haciendo cada integrante. “No saber delegar, dar por hecho que eres tú el único que sabe hacer las cosas, que tiene que tener la última palabra, te hace un profesional al que todos querrían tener lejos” finaliza.

Lo que si funciona en una entrevista:

Se profesional y humano, reconoce los éxitos y los fracasos de tu trayectoria, manifiesta tu deseo de aportar a la organización y, a la vez, de seguir aprendiendo. El éxito es una cuestión de equilibrios, entre la creatividad y la disciplina, la humildad y el atrevimiento, el humor y la consistencia. 

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