Los titulados universitarios afirman que la Universidad les ha aportado «poco» en la adquisición de competencias relacionadas con la búsqueda de empleo y los contactos personales son, con gran diferencia, el medio al que más recurren para encontrar trabajo, según el ‘Barómetro de Empleabilidad y Empleo de los universitarios en España, 2015’.
Estas son algunas de las conclusiones de este informe, presentado este jueves 11 de febrero en Madrid, realizado conjuntamente por la CRUE, la Cátedra UNESCO y la Obra Social La Caixa, que ha contado con la participación de 13.006 egresados -el 10% de la cohorte 2009-2010-, provenientes de 61 universidades españolas, públicas y privadas, presenciales y semipresenciales.
Sobre la preparación para la búsqueda de trabajo, el director de la de la Cátedra Unesco de Gestión y Política Universitaria, Francisco Michavila, ha indicado, durante a presentación del estudio, que esto revela un «déficit muy grande» de las universidades, que no ayudan a sus alumnos a «preparar los currículum ni a entrevistas de trabajo».
Asimismo, ha advertido de que la vía más frecuente para encontrar un empleo a través de amigos, familiares y conocidos es un «motivo de discriminación» que va en contra de la «igualdad de oportunidades», por la que, a su juicio, tiene que velar la universidad pública.
Tras los contactos personales (37%), la segunda vía más frecuente para acceder aun puesto de trabajo es la autopresentación y el contacto directo (31,3%), a mucha distancia de los portales de empleo (18,3%), los servicios públicos de empleo (10,6%), las webs corporativas (7,9%), los servicios universitarios (7,4%), las redes sociales (4,6%), anuncios de prensa (3,7%), empresas de trabajo temporal (3,4%) o sindicatos (1,4%).
El problema de la sobrecualificación
El trabajo, que se basa en los registros administrativos de las universidades y en una encuesta realizada a los egresados sobre competencias y trayectoria laboral, entre otros aspectos, señala también que los titulados universitarios poseen un nivel de competencias de empleabilidad mayor que el que les proporciona la universidad y el que les exige el puesto de trabajo.
A este respecto, Michavila ha señalado que la sobrecualificación hay que tratarla con «sensibilidad», pues los universitarios adquieren conocimientos o habilidades por su cuenta pensando en la proyección de su carrera profesional y no sólo en el primer empleo en el que, según ha dicho, «lo lógico» se dé esta circunstancia. Tres de cada diez titulados afirman que estaban sobrecualificados para el puesto de trabajo que desempeñaron tras acabar la carrera.
Si bien los egresados indican que la universidad les aporta prácticamente la totalidad del nivel que se requiere en el empleo en competencias tales como la capacidad para trabajar en equipo, el dominio de competencias propias de la titulación o la comunicación escrita, sin embargo, hay un desajuste mayor entre los requisitos del mercado de trabajo y la formación universitaria en idiomas, capacidad para gestionar la presión y en la capacidad para tomar decisiones.
Formación y empleo
En relación a la adecuación entre la formación y el empleo, este barómetro apunta que el 77,3% de los egresados considera que su último empleo estaba «bastante» o «muy relacionado» con sus estudios, aunque esto depende de la rama de conocimiento. Por ejemplo, el mayor ajuste se da entre los titulados de Ciencias de la Salud, Ciencias e Ingeniería y Arquitectura frente a los de Artes y Humanidades y Ciencias Sociales y Jurídicas.
Esto último se puede relacionar con la satisfacción con el empleo: los titulados de las ramas de Ciencias de la Salud son los más satisfechos con su empleo, mientras que los de Artes y Humanidades lo están en menor medida. También destaca que el salario es el aspecto peor valorado, seguido del desarrollo profesional, la empresa y su organización, las funciones y tareas y el ambiente laboral.
Los autores de este trabajo coinciden en que la baja puntuación al desarrollo profesional está en consonancia con el periodo de crisis económica y la contracción de la creación de empleo.
Michavila ha indicado que el objetivo de este barómetro es «aproximar la academia al mundo del trabajo» para disminuir estos «desajustes», aunque ha asegurado que son cada vez menores. «Las empresas decían hace unos años ‘que acaben la carrera, que luego, cuando vengan a trabajar, ya los formaremos'», ha recordado este experto, para añadir que esto es «lo más ineficiente».
Nivel de satisfacción
Sobre el nivel de satisfacción con la formación recibida, el informe revela que el 94% volvería a estudiar en la Universidad, mientras el 6% restante se arrepiente de haberlo hecho. La mitad de estos (54%) estudiaría la misma carrera en la misma universidad frente al 12% que haría otros estudios en otro centro. Los de la rama de Ciencias de la Salud son los que más contentos se muestran por la elección de su carrera, seguida de Artes y Humanidades.
En cuanto a la valoración de los componentes de la formación recibida, los profesores son quienes obtienen la nota más alta. «Lo dicen los egresados en un momento en que el profesorado se somete a una crítica excesiva», ha indicado el director del estudio, que también ha destacado que las metodologías de enseñanza es lo peor puntuado junto a los servicios de apoyo al estudiante de las universidades.
Sobre esto último, Michavila ha asegurado que los estudiantes «echan en falta» una formación mas práctica, que se cuente con ellos en proyectos de investigación en las universidades, que realicen exposiciones orales en clase. «Apenas les damos oportunidades para que expresen sus conocimientos. Las clases magistrales siguen teniendo un peso notable», ha añadido.
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