En 1964 un grupo de profesores pioneros pusieron en marcha por primera vez en Europa un máster muy novedoso: el MBA. «Fue el inicio de una aventura increíble», así describía el director general del IESE, Jordi Canals, los inicios del programa en una sesión de celebración de los 50 años del MBA en el campus de Madrid.
De aquello hace ya medio siglo, pero los cimientos que hoy rigen el programa son exactamente los mismos de entonces: ofrecer formación a directivos para que puedan ejercer una influencia positiva en las personas y la sociedad, y crear en los alumnos una perspectiva clara que mejore su capacidad de tomar decisiones en un entorno global. «Debemos desarrollar el futuro del IESE sobre los pilares que ya están construidos», destacó Canals.
Mucho más que conocimientos
El programa ha tenido un impacto transformador en la vida de más de 10.000 antiguos alumnos. Un grupo de ellos quiso compartir su experiencia durante el acto de celebración en Madrid. Todos ellos coincidieron en que los conocimientos y valores que les ha dejado la escuela son un legado que les acompañará toda la vida.
Antonio González-Adalid, MBA ’75 y CEO de Cartera Industrial Rea, reconoció el «impacto transformacional» que el IESE tuvo en su vida. Ingeniero naval de profesión, llegó al MBA sin mostrar demasiado interés por el mundo de la empresa. Pero todo cambió al cabo de pocos meses: «aprendí que en los negocios no todo se basa en conseguir un resultado económico. Estamos aquí porque hay algo más, una motivación trascendente, un afán de servir».
Fuenciscla Clemares, MBA ’00 y directiva de Google, y Baldomero Falcones, MBA ’72 y presidente de Fomento y Expansión Empresarial SCR, coincidieron en que su paso por la escuela les ha ayudado a afrontar un mismo problema desde distintos puntos de vista, y a resolverlo con más facilidad. «Aprendes que existen otros planteamientos y soluciones que pueden ser buenos, y que ni siquiera te habías planteado», comentaron.
Tomás García Madrid, MBA ’88 y CEO del Grupo Villar Mir, y Alejandro Beltrán, MBA ’98 y directivo de McKinsey, insistieron en la importancia que los valores humanos y el sustrato ético tienen en el mundo de la empresa. Más allá de los componentes técnicos, está siempre el aspecto humano, de ahí la relevancia que ambos otorgaron a cuestiones como la integridad y la confianza, pues ayudan a conocerse a uno mismo y a distinguir lo esencial de lo que no lo es.
María del Pino Velázquez, MBA ’91 y directora general de Unisono, destacó de su paso por el IESE que «debes rodearte de los mejores y escucharles antes de tomar una decisión».
«En el IESE, más que enseñar, lo que realmente importa es aprender del diálogo. Esta es la esencia: establecer un diálogo que nos permita desarrollar una conciencia crítica, vital y sana«, aseguró el profesor José Antonio Segarra. «Hoy más que nunca los gobiernos de las organizaciones precisan de hombres y mujeres justos y competentes».
El MBA es «un programa de máxima calidad que aspira a tener un impacto en la vida de las personas de todo el mundo. Y esta es la misma aspiración con la que fue creado hace 50 años», concluyó el profesor Canals
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