La huelga de más de 200 de los 350 empleados de la fábrica de Santa Perpètua de la Mogoda en protesta contra 154 despidos cumple este martes 100 días. La huelga está enrocada en los juzgados, dónde se cruza la demanda de Panrico, que considera ilegal la demanda, y la de los trabajadores, que han impugnado el ERE, mientras suena la amenaza de cierre.
Los sindicatos no les apoyan. “Nadie ha podido hacer nada, nadie ha podido convencerlos y lo más grave, han incumplido todas las directrices marcadas por los responsables de acción sindical de Comisiones Obreras”, aseguran con indisimulada incomodidad fuentes del sindicato. “De hecho hemos abierto expedientes para expulsarlos”.
Hoy un puñado de irreductibles (13 miembros del comité de empresa) lideran un grupo de 210 trabajadores, en el que no hay fisuras, en donde nadie parece discrepar y ejercer su derecho constitucional de trabajar y abandonar la huelga. Cuando el conflicto se cierre, si es que lo hace, solo quedarán en Barcelona 60 trabajadores.
Los trabajadores de esta planta creen que están pagando el pato de sucesivos errores e inversiones fallidas de varias direcciones, se consideran agraviados porque ya sufrieron despidos y una rebaja salarial el año pasado, y porque los despidos de Santa Perpètua suponen casi la mitad del ERE. La dirección reitera que el expediente era necesario para salvarse y que no hay nada que hablar.
Para la empresa, la solución solo pasa porque los elementos más violentos del conflicto, entre ellos el comité de empresa, desaparezcan de la ecuación. “No hay más alternativa y por eso confiamos plenamente en que los tribunales nos den la razón y declaren la huelga ilegal”. Si no es así, todas las demás opciones están abiertas, entre ellas “sin duda el cierre de la fábrica, venderla y abastecer el mercado catalán (hoy por hoy el 18% de los ingresos de Panrico) desde otras plantas.
Distribución desde el Puerto de Barcelona
Y mientras tanto y hasta que la empresa recupere el control y la propiedad de un activo tan importante como su fábrica, ha tomado la decisión de alquilar unas naves en el Puerto de Barcelona para desde allí distribuir su producto. “El puerto lo vigila la Guardia Civil y no los Mossos de Escuadra, y eso nos da la seguridad primero de que nadie controla los camiones que de aquí salen cargados de producto para distribuir y sobre todo que nadie puede bloquear nuestra actividad”.
La empresa se defiende asegurando que “sin ningún género de dudas ni ha obligado a ningún trabajador en huelga a trabajar, ni ha sustituido a ningún trabajador en huelga en la fábrica de Santa Perpetua, situaciones que sí podrían atentar contra el derecho de huelga”.
La compañía “debe dar ocupación al personal que no quiere secundar la huelga, a los autónomos que se ganan la vida distribuyendo y vendiendo los productos de la firma, y al consumidor que espera nuestros productos en sus bares, grandes superficies o tiendas de alimentación, y se distribuyen los productos de Panrico como se ha hecho siempre, a pesar de los violentos esfuerzos del comité de huelga para impedirlo.
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