Desde el mes de marzo de 2020, se han podido ver los efectos negativos que la crisis sanitaria y las restricciones impuestas han ido ocasionando al conjunto de la sociedad. No solamente hablamos de los graves efectos sanitarios, sino también de cómo se ha resentido la economía de miles de empresas que se han visto obligadas a cerrar durante una temporada y adaptar sus negocios para poder sobrevivir a esta situación.
Aunque ya se puede ir viendo la luz al final del túnel, los desafíos que el sector del catering ha tenido que sortear a lo largo de estos meses ha ocasionado que las empresas dedicadas a ello hayan tenido que adaptar sus modelos de negocios a la “nueva normalidad”, para seguir ofreciendo a sus clientes nuevas alternativas del servicio de comedor con la misma calidad que hasta entonces.
Un ejemplo de reinvención del modelo clásico de comedor corporativo ha sido el que ha llevado a cabo LaPizka, compañía especializada en catering de 5ª gama para colectividades y empresas, a través de un servicio de menús individuales a domicilio con platos auténticos y llenos de sabor que van variando semanalmente, para ofrecer el aporte nutricional necesario.
Servicio de comedor corporativo a domicilio
Con este nuevo formato LaPizka pone a disposición de aquellas compañías que ofrecían a sus trabajadores un servicio de comedor presencial la oportunidad de seguir haciéndolo también con sus teletrabajadores, para que continúen ahorrando tiempo y esfuerzo en elaborar su menú semanal.
Seguir apostando por una mejora constante en la calidad de vida de los empleados tiene una repercusión positiva en la compañía, ya que facilitar una dieta saludable y nutritiva es determinante para reducir el nivel de estrés y mantener el nivel de energía adecuado para afrontar la jornada laboral. Por eso, en LaPizka todas las recetas son pensadas y diseñadas por un equipo de nutricionistas y bromatólogos, cuyos valores se sustentan en la cocina familiar, casera, con ingredientes frescos, naturales y auténticos.
Se fundamenta en platos tradicionales, de cuchara, pastas, arroces, verduras, carne, pescado, huevos… guisados y asados, que son creados a partir de una materia prima seleccionada cuidadosamente y que proviene de huertos y granjas locales, para asegurar la calidad de éstos y potenciar el comercio de proximidad, lo que contribuye no solamente a la dinamización de la agricultura y ganadería de la zona sino también a la reducción de la huella de carbono.
Gran parte de esa materia prima que utilizan proviene de huertos y plantaciones de la sede de Proyecto Hombre Santiago, como parte de su proyecto solidario “Una Pizka de Esperanza”, y que tiene como objetivo promover la inserción socio laboral de los participantes a través del aprendizaje del oficio de la cocina y las diferentes labores que surgen de él. El proyecto nace de la firme convicción de todo su equipo sobre el poder transformador de la cocina con valores y el compromiso social con el entorno en el que trabajan.
“Vamos a retroceder 30 años para que la gente recuerde la comida de antes, la de la abuela, a través de sabores tradicionales”, explica el fundador de LaPizka. Y es que se caracterizan por querer acercar, a toda la geografía española, su cocina de valores.
Los comentarios están cerrados.