Cada empleado que trabaja en una oficina abierta pierde una media de 86 minutos de su tiempo debido a distracciones en el entorno laboral, según una encuesta realizada por la multinacional Steelcase e IPSOS a 10.000 trabajadores de 14 países. De acuerdo con este informe, cada tres minutos los trabajadores que desempeñan su puesto en espacios abiertos son interrumpidos por e-mails, móviles y otras personas. El 95% de los trabajadores considera imprescindible contar con un espacio privado donde poder realizar parte de su trabajo. Sin embargo, menos de la mitad (41%) dispone de ello porque sus zonas de trabajo son diáfanas y carecen de despachos para concentrarse o mantener reuniones formales o informales de carácter privado.
Para solucionar esta falta de privacidad y concentración en entornos abiertos, Steelcase acaba de presentar en España la solución Brody WorkLounge, diseñada para el bienestar del cuerpo y de la mente. Se trata de un espacio de trabajo que cuenta con pantallas que envuelven a la persona por 3 lados, de modo que crea un refugio frente a las distracciones visuales y un micro entorno de trabajo que inhibe los estímulos externos facilitando la concentración.
Este diseño cuenta con una superficie de trabajo personal altamente ajustable que permite posicionar el trabajo y los dispositivos al nivel de los ojos; una zona lateral, disponible en configuraciones a la izquierda o a la derecha, que puede usarse tanto como para apoyar los brazos como para escribir o trabajar con el ratón, y un porta objetos para guardar objetos personales al alcance de la mano. La solución se completa con un reposapiés que permite una sujeción adicional para piernas y pies.
Además, Brody proporciona confort y sujeción de alto rendimiento al incorporar la tecnología patentada LiveLumbar en el respaldo que aporta una sujeción dinámica y, junto con el asiento adaptativo, ofrece un diseño ergonómico en postura lounge. El espacio de trabajo personal ajustable reduce la tensión en el cuello y los hombros.
El diseño de esta solución está inspirado en el modo en que los estudiantes tienden a buscar espacios privados dentro de la biblioteca cuando quieren ponerse cómodos y concentrarse. Algo que, hasta ahora, no era posible en la oficina.
Ni adiós al despacho ni solo espacios abiertos
Las oficinas abiertas –con menos paredes y más apertura visual– llegaron a España a finales de los años 80 redefiniendo los paradigmas de los entornos laborales al facilitar la comunicación y el trabajo en equipo. Sin embargo, esto no significa que las áreas privadas deban desaparecer. Y es que los despachos privados no deberían ser un símbolo de estatus. Lo más conveniente es encontrar un balance equilibrado que proporcione espacios privados en entornos diáfanos. Hacerlo supone que los empleados se concentren mejor en sus puestos de trabajo, rindan más, estén más motivados y, en consecuencia, sean más productivos.
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