El concepto de internacionalización dentro de la empresa familiar se percibe con connotaciones de riesgo e incertidumbre. La estrategia internacional es una de las más complejas que puede afrontar una compañía, pero actualmente, es la única vía de crecimiento y supervivencia empresarial.
La empresa familiar ostenta una posición muy relevante en el tejido empresarial español, ya que, según datos del Instituto de Empresa Familiar, existen 2,9 millones de compañías, que ocupan a 13,9 millones de empleados. Además, representan el 85% del total de empresas y el 70% del PIB .
Sin embargo, el 65% de ellas se encuentra en propiedad de la primera generación; mientras que un 25% de segunda generación ya se está abriendo camino, junto con un 9% en tercera y 1% en cuarta generación.
Las nuevas generaciones de las empresas familiares tienen el reto de afrontar el proceso de internacionalización. Para ello, necesitan contar con una serie de recursos tangibles e intangibles, así como una serie de capacidades y habilidades determinadas. En algunos casos, este conjunto de conocimientos supone una fortaleza y, en otros, una barrera.
¿Cuáles son los puntos fuertes de una empresa familiar en el extranjero?
Según José Luis Martín, CEO de BusinessGoOn, las razones por las que una empresa familiar debe internacionalizarse son porque todos sus miembros tienen un alto conocimiento del negocio y experiencia contrastada durante años por varias generaciones. Además, normalmente existe una flexible y ágil toma de decisiones empresariales, debido a que el núcleo de conocimiento estratégico es gestionado por un número mínimo de personas.
Los empleados de una empresa familiar suelen estar muy alineados con el timing en los que se consiguen los mayores beneficios de la internacionalización, que es en el medio y largo plazo. Y tienen un compromiso y visión a largo plazo; para ellos son proyectos de vida de sus creadores que en un futuro pasarán a sus descendientes.
Es muy importante destacar que los miembros de la familia aportan una cultura empresarial sólida, que es trasladada y compartida a todos los trabajadores, creando así, una cultura y compromiso empresarial internacional. Estos valores se unen a los estrechos vínculos familiares que favorecen los principios de lealtad y confianza. Algo muy positivo en las implantaciones comerciales o productivas porque genera tranquilidad a la hora de enviar un expatriado que es miembro de la familia, a dirigir una filial en cualquier país.
Por último, aportan una ventaja competitiva porque tiene especial atención en la calidad de sus productos o servicios y, sobre todo, en la satisfacción a sus clientes, nacionales o internacionales.
Sin embargo, ¿qué factores podrían echar al traste la estrategia de internacionalización de una empresa familiar?
Como indica José Luis Martín, existen una serie de debilidades, como es la complejidad de planificar correctamente la sucesión empresarial, debido a que en muchas ocasiones los descendientes no quieren seguir el camino empresarial o no tienen capacidad para ello. Esta situación puede provocar un freno y, como consecuencia, un fracaso del proceso de internacionalización.
Generalmente, los miembros de las empresas familiares suelen ser conservadores y prefieren desarrollar su actividad bajo control y en entornos empresariales conocidos, porque tienen cierta aversión al riesgo. Sin embargo, las nuevas generaciones tienen una mentalidad empresarial internacional, no tienen miedo a la incertidumbre, y ven que la única vía de crecimiento y supervivencia es la internacionalización. Esta barrera puede chocar con las ideas de la generación actual, provocando disputas familiares cuando la internacionalización no es compartida. Lo que una vez superadas las diferencias, puede provocar que este proceso sea más lento que en cualquier otra empresa, y llegar tarde a determinados mercados, donde la competencia ya se ha posicionado.
Por otro lado, la estructura organizativa empresarial es poco clara y existen solapamientos de funciones, e incluso en algunas ocasiones, hasta se heredan sin que aparezca ningún documento; y, a veces, tampoco está bien definido quién toma las decisiones.
Además, muchos miembros de la familia solamente han trabajado en la empresa familiar y no cuentan con una visión estratégica internacional, por ello deben aumentar la profesionalización de sus componentes, tanto a nivel directivo, como con personal técnico- cualificado.
En los procesos de internacionalización aumentar la dimensión empresarial puede significar ser más competitivos y posicionarnos mejor a nivel global. Pero las empresas familiares, por lo general, son reacias a esto, debido al miedo a la pérdida de control empresarial si se acometen fusiones, asociaciones, alianzas estratégicas o join-ventures.
A pesar de todo, José Luis Martín concluye: “las empresas familiares por sus peculiaridades tienen todos los componentes necesarios para triunfar en el mercado global”.
Los comentarios están cerrados.