Los centros educativos están dedicados a la formación para niños y jóvenes. Es el lugar donde se transmiten conocimientos y se adquieren habilidades para posteriormente desarrollarlas en el ámbito laboral, pero también donde se reproducen dinámicas que pueden llevar al alumno al desgaste.
El Burnying se caracteriza por el agotamiento emocional y sus consecuencias pueden llegar a ser muy graves en la salud mental. Este nuevo concepto fue presentado por Affor Health, consultora especializada en gestionar y mejorar la salud psicosocial de las personas en las organizaciones, en el hackathon “¿Cómo serán las tecnologías de la salud en 2030?”, celebrado en Barcelona el pasado mes de noviembre, tras detectar que algunos estudiantes muestran cansancio emocional y físico, desgaste mental hacia las actividades académicas, falta de motivación profesional y pérdida de confianza en sus propias capacidades.
El objetivo de for Health en el hackaton, que organizó Xartec Salut, fue desarrollar una herramienta de autodiagnóstico para identificar los niveles de agotamiento en los jóvenes y generar conciencia para actuar.
“Los espacios educativos tienen muchas similitudes con los centros de trabajo, una de ellas es que reproducen las mismas situaciones que detonan problemas psicosociales como el estrés, ansiedad y depresión. La gran diferencia radica en que en los menores, estos problemas pueden convertirse en un factor de riesgo a la hora de abordar su incorporación al ámbito laboral” considera María del Carmen Rodríguez, directora de Intervención Psicológica de Affor Health.
Tecnologías que desgastan
La Generación Z o centennials representarán en breve el 41% de la fuerza laboral mundial, según el Banco Mundial, lo que supondrá un gran impacto en el ámbito del trabajo. No obstante, aunque la Generación Z está conformada por nativos digitales, es decir, jóvenes inmersos en la tecnología, el consumo excesivo de ésta puede ocasionar un desgaste. Un estudio reciente de Microsoft establece que el 53% de las personas que utiliza el ordenador tiene un uso medio entre 4 y 10 horas diarias; sin embargo, los centennials hacen un uso más intensivo, el cual puede llegar hasta 14 horas diarias.
“Aquí encontramos efectos similares, ya que la no desconexión tecnológica de la Generación Z es un problema, al igual que la no desconexión en los colaboradores en las empresas. En ambos casos hay un sentimiento de despersonalización que puede restarles sensibilidad, donde ya no les importa el otro porque es intrascendente lo que pasa con ellos. Tanta insatisfacción que genera el Burnying los convierte en personas agotadas, incluso llegan al ámbito laboral desgastadas, con un estrés acumulado de varios años que no fue atendido a tiempo”, explica la directora de Intervención Psicológica de Affor Health.
Prevención en los centros educativos
Para frenar esta problemática, Affor Health recomienda que los centros educativos apliquen estrategias muy similares a las que se implementan en modelos organizacionales de las empresas, donde lo principal debe ser la salud mental de los estudiantes.
“Hay jóvenes que pueden traer consigo un desgaste de hasta 15 años por estar sometidos a constante estrés y ansiedad en sus centros educativos. El gran reto consiste en empezar a mirar este problema, analizarlo y buscar soluciones integrales, como ocurre en centros de trabajo. El alumno no es consciente de que padece Burnying, por lo que detectarlo a tiempo puede contribuir a que este problema de salud mental no trascienda al ámbito laboral”, concluye María del Carmen Rodríguez.