Tutorizar a un estudiante en prácticas supone tiempo, esfuerzo y habilidad como formadores, por lo que las empresas no siempre dedican el tiempo y los recursos suficientes a formar a los becarios que reciben.
Así lo asegura Silvia Molinero, psicóloga y experta en gestión de talento de Fundación Universidad-Universidad (FUE) y una de las integrantes del equipo multidisciplinar de Tutorama, un programa pionero de FUE nacido en 2012, para reivindicar la figura del tutor empresarial y que ofrece seguimiento, formación, mentoring y sesiones para alumnos y empresas durante el periodo de prácticas.
“Hemos detectado la necesidad de los tutores de un reconocimiento a su labor”, explica. “En muchos casos formar a un becario supone añadir funciones a su ya ajetreado día a día”, añade. Por eso, “muchos tutores empresariales desearían haber tenido más tiempo para dedicar al alumno en prácticas”, recuerda.
Según Molinero es positivo que las empresas tengan en cuenta la figura del tutor empresarial y les doten de recursos para llevarla a cabo. “Un buen tutor debe proporcionar tareas al alumno que le permitan desarrollarse, teniendo siempre en cuenta que es un periodo de aprendizaje, por lo que las funciones del tutor como dar un feedback detallado, resolver dudas y fijar nuevos objetivos, son muy importantes”, explica la experta en gestión de talento de FUE.
Errores más comunes: calibrar mal la carga de trabajo y penalizar el error
En palabras de la psicóloga, las empresas en ocasiones dan por hecho que el alumno sabe cosas que no sabe. “Los alumnos viven por primera vez un ambiente profesional y tienen que adquirir rutinas y comprender la cultura corporativa: es bonito acompañarles en ese proceso”, admite Molinero.
Otro de los errores más comunes es calibrar mal la carga de trabajo. “A veces hay una sobrecarga, pero también es frecuente que los alumnos no tengan suficientes tareas”, reconoce. Por eso, la experta en gestión de talento recomienda que las tareas que las empresas destinan a los estudiantes en prácticas evolucionen a lo largo de la beca. Para ello es fundamental crear un buen proyecto formativo que incluya tareas y objetivos de aprendizaje.
“El objetivo debería ser proporcionar al becario la oportunidad de aplicar de forma práctica los conocimientos que ha adquirido durante la carrera, de adquirir otros nuevos y de tener un contacto real con el mundo profesional” incide.
Sin embargo, para la experta uno de los errores más habituales es penalizar en exceso las equivocaciones. “Por supuesto hay que corregir los fallos, pero los alumnos que tienen miedo a equivocarse limitan mucho su iniciativa”, lamenta la psicóloga. Por ello recomienda un feedback constructivo y animar a participar.
Consejos para becarios: proactividad y motivación
Por su parte Carmen Palomino, directora de Operaciones de Fundación Universidad-Empresa aconseja a los becarios ser proactivos, tener iniciativa, preguntar y sugerir. “La proactividad deben expresarla de forma asertiva, nunca imponiendo ideas o necesidades, y entendiendo siempre que su rol es de aprendizaje”, asegura.
Al mismo tiempo recuerda que una beca es un “gran proceso de selección para las empresas” pero que en ningún caso debe vivirse como un fracaso no quedarse en la empresa de prácticas. “A veces, los alumnos vuelven a su empresa de prácticas meses, o años, después de terminar sus prácticas, y a veces desarrollan sus carreras en otras empresas”, señala.
Por ello la directora de Operaciones de FUE comenta que al principio de las becas las empresas piden al alumno con mejores conocimientos académicos, “pero al finalizar las prácticas lo que más valoran es que haya estado activo, la aportación de ideas nuevas, iniciativa e ilusión”. “La motivación es fundamental”, reconoce.
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