Dos años después de la puesta en marcha de la Ley de Igualdad – en la que las empresas de más de 20 empleados deben contar e implementar un plan de igualdad de género donde se especifiquen medidas efectivas para cortar la brecha salarial y romper con el techo de cristal – de las 16.018 empresas españolas que deberían seguir estos requisitos, solo el 12.89% tiene un consejo de administración con un mínimo del 40% de representación femenina, según datos de la escuela de negocios TBS en Barcelona.
«El tema del género es algo fundamentalmente social y no empresarial», explica Wafa Khlif, experta en Gobernanza empresarial e igualdad de género e investigadora de TBS en Barcelona. Khlif también explica que, aún con esta falta de visibilidad de las mujeres en los puestos directivos, sí que se han percibido avances, sobre todo en las empresas con más visibilidad: «En 2005, 3,3% de los puestos en los consejos de administración de las empresas del IBEX 35 estaban ocupados por mujeres. En 2020 son 330 consejeras de los 1.280 existentes en total. En 15 años, esta proporción se multiplicó por más de 10 veces (de 3,3% a 31,17%) y así refleja un avance, aunque queda debajo de las expectativas sociales». De la misma manera, Khlif también explica que las empresas que forman parte del IBEX no solo están sometidas a la ley de igualdad, sino que también deben seguir las recomendaciones del Código de Buen Gobierno.
En este caso, desde TBS en Barcelona también explican que el porcentaje de empresas que deberían tener al menos un 40% de mujeres en su consejo alcanza su tasa más alta en la Comunidad Autónoma de Extremadura, dónde el 20% de las empresas sometidas a la Ley de Igualdad cumple con el objetivo.
Mujeres en el poder y corrupción: ¿demasiado temprano para establecer relaciones?
Otra de las cuestiones que se preguntan desde TBS en Barcelona es si hay una mejora real de las prácticas empresariales en aquellas dónde hay mujeres en posiciones de poder, como puede ser la toma de mejores medidas contra la corrupción. «Muchas investigaciones empíricas han intentado verificar la relación positiva entre mas mujeres en poder empresarial y menos corrupción, pero los resultados no confirman la relación ciertamente positiva», avisa Khlif.
Según TBS en Barcelona, la corrupción depende de «una panoplia de variable», como pueden ser la situación socio-política, el nivel de educación medio de la sociedad, la difusión del pensamiento filosófico, la distribución del poder en la empresa, el tipo de industria o sector, el alcance y la amplitud geográfica de la empresa y la homogeneidad de las redes humanas, entre otras. No obstante, Khlif afirma que la entrada de las mujeres en el mundo de los consejos o en cargos directivos altos: «tuvo impacto sobre esta distribución de poder en las redes que existían entre hombres directivos o consejeros». Esto, al principio dio una nueva configuración de poder e impacto negativamente el nivel de corrupción. Pero, con el tiempo, la relación se estabiliza y otras formas de redes se establecen». De esta manera, Khlif remata: «La corrupción, si es estructural, irá recuperando fuerza».
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