23 de noviembre de 2024
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¿Qué pasaría si hubiera el mismo número de mujeres que de hombres emprendedores?

¿Qué pasaría si hubiera el mismo número de mujeres que de hombres emprendedores?

El PIB mundial podría crecer  entre un 3% y un 6% aproximadamente, lo que representaría entre 2500 y 5000 billones de dólares a la economía internacional

Un artículo publicado por Boston Consulting Group (BCG)  afirma que, si hubiera el mismo número de mujeres y hombres emprendedores, el PIB mundial podría crecer entre un 3% y un 6% aproximadamente, lo que representaría entre 2500 y 5000 billones de dólares a la economía internacional. Sin embargo, las mujeres emprendedoras todavía necesitan el apoyo de varios grupos para materializar su poder, por ejemplo, empresas de capital riesgo, organizaciones sin ánimo de lucro y grandes compañías. Además hay que abordar una dificultad que en ocasiones se pasa por alto: la falta de redes que orienten y presten un apoyo real a las mujeres emprendedoras.

La brecha de género en el emprendimiento

Para entender mejor las desigualdades entre hombres y mujeres a la hora de emprender y saber cuánto se está avanzando hacia la igualdad, BCG analizó los datos de emprendimiento femenino de Global Entrepreneurship Monitor (GEM), tanto a nivel regional como en cada país. Este análisis obtuvo los siguientes resultados:

  • En todas las regiones, el porcentaje de hombres en edad de trabajar que montan un negocio supera el porcentaje correspondiente de mujeres en edad activa en 4-6 puntos porcentuales.
  • Cuatro países (Vietnam, México, Indonesia y Filipinas) suponen la excepción a la regla anterior: más mujeres que hombres pusieron en marcha nuevas empresas en 2016.
  • En el 50% de los 100 países estudiados, la brecha de género en la actividad emprendedora se está reduciendo, con Turquía, Corea del Sur y Eslovaquia a la cabeza de los avances en esta materia.
  • Sin embargo, en el 40% de los países, la brecha de género se está ampliando, sobre todo en Suiza, Uruguay y Sudáfrica.

Aunque las desigualdades en la actividad emprendedora se producen con un patrón bastante homogéneo en la mayoría de los países, las diferencias en el índice de éxito de los negocios a largo plazo son más acusadas. Por ejemplo, en Oriente Medio y el norte de África, una empresa fundada por una mujer tiene un 50% menos de probabilidades de seguir funcionando después de tres años y medio en comparación con una compañía creada por un hombre. Por su parte, en Latinoamérica, el índice de “supervivencia” de los negocios fundados por mujeres es 11 puntos porcentuales más bajo. En todas las regiones excepto en Norteamérica, las empresas dirigidas por mujeres presentan índices de “supervivencia” más bajos que las compañías en manos de hombres.

El poder de las redes

¿Qué pueden hacer los países para que las empresas dirigidas por mujeres sobrevivan y prosperen?

Las desigualdades a la hora de acceder a ayudas económicas determinan en gran medida la brecha de género, especialmente en el caso de las mujeres que abren nuevas empresas. Según un análisis realizado por BCG a partir de datos de 2018 de MassChallenge (una red mundial de aceleradoras con sede en EE. UU.), la inversión media en empresas fundadas o cofundadas por mujeres se situó en los 935.000 dólares, menos de la mitad de los 2.1 millones de dólares que se invirtieron de media en compañías fundadas por hombres. Esta disparidad existe a pesar de que las nuevas empresas fundadas o cofundadas por mujeres obtuvieron de hecho mejores resultados a lo largo del tiempo y generaron un 10% más de ingresos acumulados durante un periodo de cinco años: 730.000 dólares frente a 662.000 dólares.  

Obviamente, acceder al capital inicial no es el único problema. Las mujeres emprendedoras también deben corregir el déficit en las tasas de “supervivencia” y crecimiento de sus empresas, es decir, contrarrestar la tendencia a estancarse con el tiempo.

El estudio demuestra que, si bien hay muchos motivos que explican estos déficits (incluidas las diferencias en el acceso a capital humano y social, y a recursos económicos continuos), un factor clave es el acceso relativamente limitado de las mujeres a sólidas redes de apoyo. En los países con rentas medias y bajas, por ejemplo, la mayor disponibilidad y uso de redes de emprendimiento están relacionados con la reducción de la brecha de género en el índice de “supervivencia” de las empresas. El hecho de poder estar en contacto con otras emprendedoras anima a las mujeres a fijar expectativas más altas para sus negocios, apostar por el crecimiento e integrar la innovación.

En Nigeria, la Cherie Blair Foundation for Women, que cuenta con el apoyo de la ExxonMobil Foundation, realizó un piloto llamado Road to Women’s Business Growth, una empresa que ayudaba a propietarias de empresas a mejorar sus conocimientos empresariales y acceder a instituciones financieras y nuevos mercados. Una evaluación independiente de este programa reveló que algunos de los mayores beneficios procedían de las redes profesionales que facilitaba. Como explicaba una emprendedora, «si tienes dificultades y necesitas contactos, simplemente dilo y tus ‘hermanas’ acudirán en tu ayuda. Por eso somos como una ‘hermandad’ de emprendedoras.» Los resultados económicos de las empresas dirigidas por mujeres también mejoraron, ya que el beneficio medio creció un 31%.

Según la experiencia de BCG, las mejores redes se sustentan en tres principios: intención, inclusión e interacción.

  • Intención. Hay que empezar por definir el propósito de la red. Las redes deberían ser mucho más que una agenda de direcciones. ¿Qué pueden ganar las mujeres al unirse a la red? ¿Conseguirán acceder a capital humano, económico y social? ¿Cómo puede ayudar la red a que las mujeres alcancen objetivos tangibles?
  • Inclusión. Lo siguiente es elegir a las participantes cuidadosamente. Las mejores redes tienen una fundadora que les dedica mucho tiempo, una intensa actividad participativa y una base de participantes variada, con nuevas emprendedoras y otras propietarias de empresas que ya están establecidas en el mercado. Idealmente, las participantes deben tener raíces culturales distintas.
  • Interacción. Por último, es preciso estructurar la red para facilitar tanto las interacciones formales como las informales. Deben organizarse sesiones formales de capacitación y formación, pero las interacciones informales entre participantes también son cruciales para generar confianza y asegurar que la red sigue teniendo sentido con el paso del tiempo. Las plataformas online pueden ser esenciales para tener éxito en esta área.

No es ninguna exageración afirmar que el emprendimiento femenino tiene el poder de cambiar el mundo. Y los beneficios van mucho más allá de aumentar el PIB mundial. Subsanar las desigualdades de género en el emprendimiento e impulsar el crecimiento de las empresas creadas por mujeres permitirá introducir nuevas ideas, servicios y productos en los mercados. Y en última instancia, esas fuerzas pueden redefinir el futuro.

El fenómeno de las mujeres emprendedoras es una fuerza que crece en todo el mundo y España es uno de los países de Europa con mayor tasa de emprendimiento femenino. María López, Socia de Boston Consulting Group que lidera la iniciativa Women@BCG en Iberia, apunta que “en España ha crecido el número de mujeres emprendedoras que ya no se limitan sólo a crear sus propias start-ups sino que también están invirtiendo en nuevos negocios en todos los sectores rompiendo los estereotipos de género también en ese sentido” “los nuevos proyectos e iniciativas lideradas por mujeres está transformando no sólo el ecosistema emprendedor y el entorno corporativo sino también la forma de trabajar”  

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