Los espacios naturales protegidos suponen una oportunidad para la igualdad y el desarrollo profesional de las mujeres que viven en entornos rurales, según un estudio que ha analizado la realidad de este colectivo, sus amenazas y retos y que propone un decálogo para promover el papel de estas en la gestión de las áreas protegidas y la diversificación económica del territorio.
Estas conclusiones forman parte del primer informe nacional sobre ‘Mujeres, motores para la diversificación económica en el medio rural y para la mejora de la gobernanza a través de los espacios naturales protegidos’, un estudio realizado por la Fundación Fernando González Bernáldez y EUROPARC-España en el que ha colaborado la cooperativa Altekio, que apunta diez claves para la integración de las mujeres en las áreas protegidas tales como empoderamiento, emprendimiento e impulso del tejido asociativo.
El proyecto ha concluido que queda recorrido para avanzar en igualdad ya que en la toma de decisiones, el porcentaje de mujeres en los puestos directivos es muy inferior al de los hombres, 34% frente al 66%, y que la percepción de los obstáculos para alcanzar la plena igualdad es inferior entre los hombres que entre las mujeres (13% frente al 40%).
Además, sobre las oportunidades de empleo, señala que las áreas protegidas son «enclaves fundamentales» para la conservación de la naturaleza y, también, territorios donde vivir, trabajar y aunar desarrollo socioeconómico con el disfrute de sus valores patrimoniales.
Asimismo, apunta que la gestión de las áreas protegidas genera actividad y empleos, directos e indirectos, tanto para hombres como para mujeres, en los ámbitos de la conservación de la naturaleza, el turismo sostenible, la educación ambiental y el sector agrario.
Entre el decálogo de recomendaciones propone reconocer el papel de las mujeres en la conservación de la naturaleza y el uso sostenible de los recursos naturales y visualizar el papel de las mujeres en las áreas protegidas en herramientas fundamentales para la conservación de la naturaleza y el apoyo a la dinamización del mundo rural.
El estudio aboga también por reforzar el trabajo en red para desarrollar actividades socioeconómicas ligadas con las áreas protegidas y por que se garantice la igualdad de oportunidades para el acceso de las mujeres a puestos directivos, de representación y de participación en la gestión de las áreas protegidas.
Del mismo modo, plantea la necesidad de mejorar la integración entre las políticas de conservación y de desarrollo rural en las áreas protegidas y revalorizar el papel de la mujer. Igualmente, propone aprovechar las oportunidades para la actividad y el empleo identificadas por los equipos de gestión de las áreas protegidas y por el tejido empresarial de forma que se potencie el papel de la mujer.
Otra de las medidas es apoyar la participación activa de las mujeres en las iniciativas de emprendimiento, así como en las asociaciones locales y regionales.
En el decálogo figura la necesidad promover la incorporación de las mujeres en igualdad de condiciones al sector agrario como principal eje de actividad rural, complementariamente con otros sectores más temporales como el turismo y los servicios culturales.
Finalmente, otra de las medidas sería invertir en sensibilización, formación y capacitaciónsobre la importancia de incorporar la perspectiva de género en las administraciones en las empresas y las asociaciones, así como incentivar la integración efectiva de las mujerese en áreas protegidas mediante el empoderamiento, el emprendimiento y el impulso al tejido asociativo.
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