La flexibilidad de los horarios de trabajo para poder conciliar la vida laboral y familiar en Europa es aún «muy insuficiente», algo que se acrecienta en España, uno de los países de la Unión Europea donde más difícil es esta conciliación, según el Informe de Evolución de la Familia Europea en 2014 del Instituto de Política Familiar presentado esta semana.
Este estudio diferencia entre aquellos horarios que están totalmente definidos por la empresa, aquellos fijos pero con «cierta flexibilidad», los horarios flexibles y los que están totalmente definidos por el trabajor.
Así, según los datos facilitados, se observa que en España el 88,2 por ciento de las empresas definen totalmente el horario de sus trabajadores, cifra que asciende hasta el 95,3 por ciento en Letonia –el país con menor flexibilidad– y que baja hasta el 44,8 por ciento en el caso de Finlancia, donde la flexibilidad horaria es mayor.
Se aprecia, de este modo, que la mayor parte de los horarios en Europa siguen estando marcados por las empresas. Aún así, comienzan a verse diferencias en algunos países donde este porcentaje desciende y aumenta, en su lugar, el de aquellas empresas con horarios más flexibles, como ocurre en Finlandia, Suecia, Alemania y Dinamarca.
Este informe asegura que, a los datos generales, se le suma el bajo índice de natalidad, el número de abortos y el alto porcentaje de divorcios, lo que hace que Europa se esté convirtiendo en «un continente sin hijos» que es «sin duda, un continente sin futuro».
Si la información sobre la situación de la familia en Europa es «preocupante» para el Instituto de Política Familiar, la coyuntura en España es aún peor. De este modo, el texto señala que es uno de los países que menos porcentaje del Producto Interior Bruto (PIB) destina a la familia, con solo el 1,4 por ciento –frente al 2,2 por ciento de media en la UE y al 4,1 por ciento de Dinamarca, por ejemplo–.
España es, junto a Portugal, el país de la UE15 que menos dinero destina a la familia. Otro dato: en lo que se refiere a las prestaciones familiares por persona y año, España destina 309 euros, mientras que la media de la Unión Europea es de 560, cifra también lejana del máximo europeo: Luxemburgo dedica 2.935 euros a este efecto.
Además, el 60 por ciento de los españoles asegura que no usan la guardería porque las consideran «muy caras», lo que hace que tan sólo una de cada siete personas hagan uso este servicio en España (14,5 por ciento). Se trata de un número muy inferior a la media de la Unión Europea, que se sitúa en el 31 por ciento de las personas, y aún menor si se compara con Dinamarca, el país que más uso hace de las guarderías, un 69,6 por ciento.
Cuando un trabajador tiene un hijo, también necesita permisos de maternidad. Este aspecto, según este estudio, muestra que España también está muy por debajo de la media de la Unión Europea, pues en nuestro país se dan 16 semanas, mientras que la media de la UE se sitúa en 27,7. Suecia, por su parte, es el que más permiso da: más de 77 semanas de permiso por maternidad.
Conclusiones
Con todos estos datos, el estudio concluye alarmando de una inversión de la pirámide poblacional que puede provocar «consecuencias del invierno demográfico que serán catastróficas».
Y es que, tal y como indica, en Europa se producen cada día 14.000 defunciones y 17.000 embarazos, de los que hay 8.000 nacimientos matrimoniales y 6.000 extra matrimoniales. Asimismo, se llevan a cabo más de 3.000 abortos. Además, el estudio señala que cada día la Unión Europea celebra 6.000 matrimonios pero, al mismo tiempo, se rompen 2.700 uniones.
Por esto, insiste en que los problemas de la familia «se están agravando» y que el panorama futuro «es desolador». Aún así, sí matiza: esto «no quiere decir que la familia se hunda o que vaya a desaparecer», sino que hay varias asignaturas pendientes.
Convertir a la familia en «una prioridad política», que se recupere su importancia y sus funciones sociales, que se reconozca a la familia y la maternidad como «pilares fundamentales» de las políticas de igualdad y que se resuelvan sus principales necesidades son, de este modo, algunas de sus principales reivindicaciones.
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