“El deporte es una gran metáfora para generar aprendizajes en la vida real”, defiende Jorge Corella, coach, arquitecto y ex deportista de élite, que ofreció una conferencia en EEC Alumni, la comunidad de aprendizaje de la Escuela Europea de Coaching, en Madrid.
En su ponencia, el experto con más de 10 años de experiencia en coaching, estableció paralelismos entre deporte y coaching. “Al analizar en qué se parece una situación a la otra”, explicó Corella, “lo que hacemos es profundizar en el concepto que nos está bloqueando y con el que tenemos dificultades para encontrar nuestras creencias limitantes”. La búsqueda, explicó, “hace emerger soluciones que nos inspiran a encontrar la salida al reto que nos ocupa”.
Jorge Corella abordó, también, el poder ilimitado del aprendizaje que generan las experiencias. “Todavía hoy sigo reinterpretando situaciones del pasado, relacionadas con el deporte y con otras vivencias, con ojos de coach”, declaró. En este sentido, defiende que “revivir experiencias del pasado nos permite sacar aprendizajes de ellas durante toda nuestra vida” y recomienda plantearse las siguientes preguntas: “¿De qué situaciones de nuestro pasado hemos obtenido los mayores aprendizajes? A día de hoy, ¿qué pasaría si volviéramos a ellos? ¿Qué nuevas reflexiones con óptica de coach podríamos sacar?”.
Este paralelismo entre deporte y desarrollo personal es lo que le impulsó a formarse como coach. Una profesión en la que sigue utilizando las metáforas. “La metáfora es una las herramientas más ágiles, creativas y entretenidas para arrancar una distinción [nueva forma de entender un concepto] que el cliente de coaching no conoce”.
Satisfacción, no perfección
Campeón de España en salto con pértiga, Jorge Corella destacó el disfrute y la satisfacción que le acompañaron todo el camino. “El concepto de satisfacción puede materializarse con una sencilla fórmula. Satisfacción es el resultado de dividir percepción entre expectativas”. Detalla Corella que “toda expectativa que no seamos capaces de transformar en un objetivo realista terminará por generarnos duda y ser perjudicial”. Por lo que recomienda, “si no podemos transformarlas en un objetivo, habría que eliminarlas”.
“Querer alcanzar la perfección es un objetivo frustrante y paradójico, por dos razones, porque la perfección como tal no existe y, por tanto, nunca se va a poder alcanzar y, suponiendo que ese supuesto fuera erróneo y realmente la alcanzáramos, detrás de la perfección no hay nada más, por lo que volvería a generarnos frustración”, explica Corella. “La alternativa es la excelencia, el afán de superación, en definitiva, el tratar de hacerlo mejor”, finaliza.
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